Un balance del año 2008

Un balance del año 2008

El año 2008 acaba al concluir este día y nos deja  tareas pendientes que serán cruciales para definir el porvenir del país. La crisis global es una temible amenaza para la estabilidad de la economía y, a través de ésta, de la tranquilidad social. Hemos vivido a merced de indicadores sociales e institucionales muy preocupantes, como son el auge de la delincuencia y la violencia, la permeabilidad de las instituciones públicas ante la capacidad de penetración del narcotráfico, una justicia cuyo desempeño  ha dejado  que  desear, déficit de inversión en la enseñanza, la persistente crisis del sistema eléctrico, y así por el estilo.

Los precios del  petróleo, que alcanzaron un techo de US$147 por barril, han declinado estrepitosamente con efectos polares en la economía. El ahorro en divisas contrasta con la merma de los ingresos fiscales en perjuicio de las finanzas públicas. Como se aprecia, todas estas circunstancias negativas nos retan a diseñar fórmulas que permitan  corregir rumbos hacia el 2009 y más allá en el porvenir. Sin duda, la primera parte del gran desafío es que seamos capaces de unificar  nuestras mejores voluntades para el propósito común de configurar una agenda de país, con clara definición de metas a corto, mediano y largo plazos y con el compromiso de despolitizar en cuanto sea posible el ejercicio institucional para garantizar el  seguimiento y revisión de  esa agenda.

2009: desafíos y confianza

Más que el optimismo, debe ser la confianza en nuestras capacidades la herramienta por excelencia para hacerle frente con éxito a los desafíos que nos reserva el 2009. El optimismo no basta, pues es una condición del ánimo que suele ser muy vulnerable. En cambio, la confianza tiene como soporte el conocimiento y la seguridad de que se pueden lograr los objetivos. A gobernantes y gobernados nos corresponde establecer un vínculo de confianza basado en que el interés del país ha de estar por encima de todo y que los intereses sectoriales quedan en otros planos.

La sociedad necesita respirar una atmósfera de confianza en que todos los actores son capaces de alcanzar sus metas en estos desafíos en torno a la economía, seguridad ciudadana, desempeño judicial,  enseñanza, gestión pública y otros ámbitos. Podemos ser optimistas por elección o azar, pero estamos obligados a armarnos de  confianza para enfrentar los desafíos y triunfar.

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