Un boche bien ganado

Un boche bien ganado

Quizás la palabra boche provenga del italiano “voce”, que se pronuncia voche y significa voz. En nuestro país y en Venezuela, significa algo así como dar una voz, una llamada de atención a alguien por haber cometido una imprudencia, haber causado una  molestia, vergüenza o apuro.

El término boche darle una reprimenda a alguien, llamarle al orden o reprocharle de una manera ríspida y airada. De modo que a nadie le gustan los boches. Al recibirlo uno siente como un sopor, un calentamiento de las orejas y el rostro. Y fue eso más o menos lo que me ocurrió hace unas noches (como dicen, los boches son de noche). En una reunión de gentes muy distinguidas, se me acercó una fina y hermosa dama, a quien de inmediato reconocí y saludé con deferencia y afecto. Ella aceptó mi saludo pero enseguida me expresó, con palabras y gestos, lo molesta que estaba conmigo por lo que alguna vez comenté en televisión y escribí en esta columna,  acerca de un pariente muy querido de ella, y muy apreciado por mí. Le parecía que fui muy injusto. Que en todo caso debí haberlo consultado antes de decir todo eso que dije.

Me produjo una sensación poco agradable el escuchar de esa persona de mi afecto lo mal que se habían sentido con mis comentarios. Sentí que era ingrata mi condición de comunicador,  y difícil al saber que la verdad y la transparencia son requisitos de Dios y del bienestar del país. Deseé pedirle excusa y hasta decirle que me arrepentía. Pero sólo por unos segundos, porque en verdad lo lamentaba. Pero de inmediato me surgió la convicción de que yo había hecho lo que debía hacer: lograr que ese funcionario se sintiera mal, él y otras personas de su entorno, para que lo pensara mejor antes de volver a dilapidar, innecesaria e inútilmente,  recursos públicos en un país muerto de hambre; lo que yo nunca lo esperaba de él, quien es uno de esos hombres que Dios ha favorecido para ser ejemplo para muchos. Espero en el Señor que esa herida se les cure a ellos y también a mí, porque  tanto a él como a su familia les he tenido y les tengo grandes estima y afecto.

Quiera el Señor que la conducta en cuestión no se vuelva a repetir ni en sus descendientes ni en los míos.

Me quedo con mi boche, que me lo merezco. Como también, creo, me merezco la satisfacción del deber cumplido.

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