Un brinco hacia la esperanza

Un brinco hacia la esperanza

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Fue el profesor Bosch, en el acogedor despacho de don Rafael Herrera en el Listín Diario, a quien le escuché aquello de que «nunca está más oscuro que cuando va a amanecer». Era un brinco hacia la esperanza en momentos en que el país estaba especialmente ensombrecido de abusos y atropellos gubernamentales bajo presidencia del doctor Balaguer.

Hoy, ante un panorama nacional vuelto patas arriba por el señor Mejía y gran parte de sus colaboradores cercanos, poderosos y carentes de escrúpulos, en un período presidencial en que triunfó el empeño por empeorar grandemente las muchas cosas que tradicionalmente han estado mal en el país, hoy -repito- quiero pegar un brinco optimista como aquel del bien recordado profesor político.

Uno mira el cuadro nacional y es para echarse a llorar. Siento gran pena por los ejecutivos actuales que ponen toda su energía, -dosificada de prudencia- en corregir males, unos difíciles en grado extremo y otros en grado extremo peligrosos.

Es que no tenemos instituciones. Ninguna. Todo ha sido manejado «a la bartola», sin orden ni concierto. La voluntad y acción política, inmediatista, no procuraba solidificaciones en la maquinaria estatal: crear Instituciones. Inversamente, se destruyeron las pocas que, por no representar peligro para la dictadura, existieron durante la Era trujillista. Por ejemplo, el seguro Social, el Control de Precios, los hospitales públicos, el Banco Central, el servicio y cobro de la electricidad, las funciones del Ayuntamiento, las obras públicas, que beneficiaban a sus contratistas en la exacta medida en que lo decidía el dictador, el sistema de Correos, con buzones por doquier -lo que ya no existe, como no existen hidrantes- la Universidad estatal…

No hay que confundirse. No se trata de que sean necesarias las dictaduras para organizar un país y mantenerlo ordenado. Resulta que todo mal tiene su bien, y el horror del totalitarismo y la crueldad que trae consigo, contienen un beneficio: el orden. ¿Pero hay que pagar tan alto precio, es necesario vivir bajo el terror de un régimen dictatorial para que un país se discipline?

No. De ninguna manera.

Se trata del resultado de procesos educativos conscientes, se trata del resultado de una auténtica buena intención de los gobernantes hacia sus gobernados y una acción de los ciudadanos pudientes, en favor de la población.

Veamos el mundo inglés. Las escuelas públicas o «Public Schools» se inician temprano. La de Winchester data de mil trescientos ochentaidós, la de Eton fue fundada por Enrique Sexto en mil cuatrocientos cuarenta, pero, todavía más importante y significativo: ricos ciudadanos, convencidos de la importancia de la educación y la cultura, fundaron y financiaron Escuelas Públicas que en un principio eran gratuitas y estaban destinadas a los niños del entorno. El fundador pagaba un sueldo adecuado a los maestros y cubría la alimentación de los alumnos. Sólo los extranjeros pagaban. La calidad moral y cultural de los maestros era muy bien cuidada y aún en pequeñas poblaciones o simples campos, las escuelas estaban dirigidas por verdaderos eruditos. El conocimiento del latín no era inusual. Aquí encontramos la base de la grandeza inglesa: educación, disciplina y orgullo nacional.

En el siglo dieciocho el barón de Montesquieu, uno de los más ilustres representantes de la Ilustración francesa, pensador político y social, de visita en Inglaterra, se asombraba de ver a un albañil inglés leyendo una Gaceta, un periódico, sentado en lo alto de un tejado. El embajador francés se asombraba de que la gente común hablara de política con los Lores.

Hannah Arendt nos dice en su famosa obra «Los Orígenes del Totalitarismo» que los británicos adquirieron su imperio como el descuido (in a fit of absent-mindedness) cediendo a lo que parecía posible y tentador, en lugar de actuar por una política deliberada. Yo digo que la grandeza que alcanzó el Imperio Británico fue consecuencia de procesos de formación cívica bien cuidados.

Norteamérica, potencia mundial que hoy está sola en el primer lugar, es resultado de procesos educativos y de férreas disciplinas. También de respeto a sus instituciones fundamentales… de una u otra naturaleza.

La tarea del actual gobierno, que muestra empeño en corregir y reformar con valentía los males que nos aquejan es monumental y terrible.

Pero creo que es posible corregir y reformar.

La historia recogerá tal empeño con letras de oro.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas