Un buen año para Educación

Un buen año para Educación

El Ministerio de Educación ha sido este año el más favorecido en asignación presupuestaria. El manejo del equivalente al 4% del PIB le ha permitido realizaciones materiales significativas. El número de aulas se ha multiplicado, con proyecciones de crecer aún más en el 2014, y la tanda extendida de la enseñanza, que se ha instaurado a modo experimental, promete aliviar en parte el ancestral déficit de horas de clase, que ha sido uno de los lastres más pesados del rendimiento educativo.

Sin embargo, el aspecto de la baja calidad del personal docente sigue vigente, y con ello la pobreza de la educación que reciben los estudiantes. Evaluaciones recientes han puesto al desnudo que continúa siendo muy pobre el desempeño de nuestros profesores en matemáticas elementales, y es inevitable que, por extensión, sea pobre el rendimiento de los estudiantes en esta asignatura. Este año seguimos mandando a las universidades bachilleres con lagunas.

Pero, en sentido general, la gruesa inversión en educación deja la noción de que el 2013 ha sido el punto de arranque hacia mejoras cualitativas que deberán empezar a manifestarse a mediano y largo plazos. Al hacer esta evaluación, no podemos pasar por alto la necesidad de poner empeño en mejorar la transparencia de las licitaciones de obras escolares. El 2013 ha sido un buen año para la educación.

Vacío de autoridad

Los vehículos de carga han seguido circulando libremente por el tramo de la avenida George Washington comprendido entre la Máximo Gómez y la Arzobispo Meriño, en la Ciudad Colonial. Esto es realidad, a pesar de que desde hace un año existe la ordenanza 11/2012, del Concejo de Regidores del Ayuntamiento del Distrito Nacional, que lo prohibe. El poder de grupos empresariales opuestos a la medida, ha puesto de manifiesto un vacío de autoridad.

El hecho es que ninguna autoridad hace cumplir la ordenanza y vehículos pesados de todo circulan por la vía. Como esa ordenanza, muchas disposiciones en este país son violadas sistemáticamente y las autoridades se hacen de la vista gorda. Excepcionalmente se las hace cumplir durante esporádicos operativos de coyuntura. Producir normas para que otros las violen es el peor papel que puede desempeñar una autoridad.

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