Un buen desayuno… Un día con energía

Un buen desayuno… Un día con energía

Durante el periodo de la infancia y de la adolescencia, los expertos recomiendan distribuir la alimentación en unas 4 o 5 tomas al día.  A estas edades, las necesidades de energía y ciertos nutrientes son mayores que en otras etapas de la vida. Por ello, para que se cubra la totalidad de los requerimientos nutritivos, los expertos recomiendan fraccionar la alimentación a lo largo del día en tres comidas principales e incluir alguna colación, a media mañana y por la tarde, en tomas de poco volumen, de forma que los niños ingieran lo que tienen que comer a sus horas.

En el país existe un significativo porcentaje de población infantil y juvenil que omite el desayuno, una de las comidas más importantes del día. Un desayuno bien planificado asegura el aporte de nutrientes a través de los alimentos para afrontar el día con energía y no tener déficit de glucosa que repercute negativamente en el rendimiento físico y escolar (hay que tener en cuenta que el organismo lleva entre 10 y 12 horas sin recibir ningún alimento). Sin embargo, algunos niños y niñas no son capaces de desayunar por distintos motivos, y por esto es muy importante que al menos almuercen, consiguiendo de este modo que se incluyan alimentos que son básicos para mantener un buen ritmo de crecimiento y desarrollo y para evitar la repercusión negativa del ayuno sobre el rendimiento tanto físico como mental.

DESAYUNO EQUILIBRADO

El desayuno debe suponer entre el 20 y el 25% de las calorías ingeridas a lo largo del día. Para que sea equilibrado, deben estar representados como mínimo los siguientes grupos de alimentos: lácteos (leche, yogur, cuajada, requesón…), frutas y cereales (pan, tostadas, cereales de desayuno, galletas…). Aparte de estos, también pueden participar otros alimentos, como derivados cárnicos y dulces, en cantidades moderadas.

Cereales. Proporcionan hidratos de carbono que aportan energía, vitaminas y minerales. Los cereales integrales aportan, además, fibra.

Lácteos. Contienen proteínas de calidad, calcio, vitaminas A y D, y vitaminas del grupo B (principalmente B2).

EL ALMUERZO

A la hora de planificar los almuerzos debe asegurarse que sea equilibrado: debe incluir fruta o zumo (ricos en vitaminas, minerales, azúcares simples), algún lácteo –yogur, ‘petit suisse- (fuente de calcio, fósforo, vitaminas A y D y del grupo B) y/o bocadillos tradicionales con jamón, fiambres de pollo o pavo, quesos suaves u otros embutidos grasos no más de tres veces por semana (fuente de hidratos de carbono complejos, y de proteínas, grasas, vitaminas y minerales). Se debe evitar incluir cada día la repostería o pastelería comercial u otros alimentos con mucha grasa y azúcar.

El almuerzo ha de ser ligero, para que a la hora de la comida los niños y niñas coman lo que tienen que comer.

 SÍ AL DESAYUNO

¿Qué ocurre si no desayunamos? Algunas de las consecuencias de saltarse el desayuno son decaimiento, falta de concentración y mal humor, debido al déficit de glucosa –el principal combustible energético- que produce el ayuno. La falta de glucosa empuja al cuerpo a quemar otras reservas energéticas, lo que causa múltiples alteraciones en el normal funcionamiento orgánico. En edades escolares, esto condiciona el aprendizaje y acarrea un descenso del rendimiento, ya que la capacidad de locución o expresión, de memoria, de creatividad y de resolución de problemas quedan particularmente afectadas. Estas observaciones han sido verificadas tanto en niños que presentaban una alimentación equilibrada en su conjunto como en niños que presentaban una alimentación insuficiente. Por todo esto, se puede considerar que el desayuno es un hábito alimentario que llega a condicionar el estado físico, psíquico y nutricional, pero no sólo de los niños y adolescentes, sino en personas de todas las edades.

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