Muchas veces los gobernantes se pierden en pequeños detalles
Si usted tiene como meta subir al pico Duarte, seguro que elaboró un plan para llegar, el cual se inició con el simple detalle de elegir el calzado, la ropa, la comida que habrá de consumir en el camino y en la estadía; los días de caminata, si nunca ha montado en un mulo, probar primero no vaya a ser que se caiga, y el grupo con el que partirá hacia la aventura.
El entusiasmo por escalar la montaña, no permite prever los inconvenientes que se puedan presentar, por lo que cuando se elabora un plan estratégico para emprender una acometida, se requiere de lo que los expertos llaman Plan B, es decir, si falla el primero, asumir el segundo y en algunos casos hasta un tercero.
Las veces que nos ha tocado trabajar en planes estratégicos, nos enfocamos mucho en el plan alternativo porque es la forma de afrontar imprevistos. Suponga que el día de la salida hacia el pico Duarte, usted no se fijó en el informe de Meteorología y de camino se encuentra con un puente que se bloqueó por el desborde de un rio y hay que cambiar de ruta, ahí entra el plan B y la práctica del sentido común, que ahora se conoce como inteligencia emocional.
Sabemos que hay muchas personas inteligentes, con notas sobresalientes, con muchísimos conocimientos, pero a la hora de actuar no saben cómo hacerlo porque la inteligencia emocional no se aprende en las aulas.
Existen triunfadores en todas las áreas, cuyos conocimientos básicos son saber leer correctamente y escribir bien, pero tienen sentido de su entorno, de las oportunidades, es como si tuvieran en la piel la brújula por donde deben caminar y así llegan a metas sorprendentes.
Alguien nos preguntó qué entendía de la política, y respondimos que “es el arte de vincular el buen sentido común con las necesidades de la población”. Es que muchas veces los gobernantes se pierden en pequeños detalles, y es ahí donde radica el éxito, en los detalles, y también escuchar cómo piensa la gente que eligió al gobernante.
Los jefes del Estado tienen muchos colaboradores, no todos son idóneos para que lleve a cabo una gestión exitosa. A veces esos colaboradores hasta le mienten al presidente, por entender que este solo quiere escuchar las cosas que les gustan.
Un presidente debe poner sus oídos en el corazón del pueblo, no necesariamente en los compañeros que trabajaron en la campaña; hay que ver la agenda de los campesinos, de las amas de casas, de los consumidores, de los que tienen que salir a buscar el pan de cada día, de esa gran masa de personas que no tiene un hospital adecuado para ejercer el derecho humano a la salud y a la dignidad.
El buen colaborador de un presidente es el que le dice la verdad para que no cometa errores y el presidente debe escuchar varias voces antes de tomar una decisión, para que la misma sea acertada.
La Estrategia Nacional de Desarrollo es el plan del país, pero como todos los países del mundo, ninguno, tenía un plan B para superarla imprevista crisis del COVID-19 que ha frenado la economía global, y según la CEPAL tendremos un retroceso de más de 15 años en el desarrollo humano en la región.
Prudencia implica ir por parte, como “el Destripador”, tomando las prioridades: agricultura familiar, apoyar las microempresas, atención primaria en salud, vigilar el mercado, respetar derechos adquiridos y otros detalles.