Un campo de batalla lleno de contendientes

<p>Un campo de batalla lleno de contendientes</p>

Por Edward Luce
Las elecciones presidenciales de 2008 se están conformando como las más competitivas y caras de la historia de Estados Unidos. En juego está el legado de dos administraciones de George W. Bush que han unido grandes partes del mundo contra EEUU y dividido al pueblo estadounidense.

Muchos creen también que la revolución conservadora, que empezó con la elección de Ronald Reagan en 1980, y que puede decirse que se quedó sin potencia con la hiriente derrota republicana en noviembre pasado en las elecciones de mitad del periodo, también está en juego.

El que esta sea la primera contienda presidencial desde 1952, en la cual el presidente saliente de la Casa Blanca no está presentando un candidato -Dick Cheney, el vicepresidente, quedó descartado hace tiempo como postulante para ocupar el puesto de Bush-, abre mucho más la contienda.

Y por eso no sorprende que el campo ya esté lleno de posibilidades, cuando faltan todavía  dos años para partir. Los estrategas estiman que para tener alguna posibilidad de ser seleccionado, los candidatos necesitarán haber reunido unos US$100 millones antes de que comiencen las primarias del partido a comienzos del 2008, o en números redondos, unos US$2 millones semanales entre hoy y esas fechas.

Dada la importancia inusitada del resultado, a muchos de los candidatos menos conocidos, como Tom Vilsack, el ex gobernador demócrata por Iowa, o Duncan Hunter, un legislador republicano, no se le ven probabilidades de estar al nivel de punteros por sus intrépidas habilidades para recaudar fondos.

Entre los demócratas más destacados solo Barack Obama, el senador por Illinois en su primer periodo; Hillary Clinton, la ex primera dama, y John Edwards, el ex candidato a vicepresidente, es probable que puedan conseguir esas cantidades de dinero.

Entre los republicanos, John McCain, el candidato perdedor en las elecciones del 2000, y Mitt Romney, el ex gobernador de Massachusetts, serán rivales duros. Pero Rudy Giulinai, quien se destacó como gobernador de Nueva York después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, pudiera resultar un comodín.

Pase lo que pase, el proceso no resultará nada aburrido.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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