Un caos que crece y empeora

Un caos que crece y empeora

El gran caos que predomina en  el tránsito de vehículos no es solamente un problema de alcance urbano. Los aparatosos accidentes -el más reciente de los cuales ocurrido en la carretera a Samaná y que  dejó siete muertos y al menos una veintena de heridos- es una muestra elocuente de que el caos es general. Las reglas de manejo las impone el que tiene el volante en las manos. En el ámbito urbano el caos se manifiesta por medio de manejo temerario y ofensivo, rebases y paradas medalaganarias, inobservancia de las señales  y semáforos, y inapropiadas condiciones mecánicas de una buena parte de los vehículos y paradas de pasajeros en lugares inadecuados.

 En carretera las cosas son peores. Exceso de velocidad, que en la tragedia de la carretera de  Samaná fue factor determinante, sobrecarga de los vehículos, neumáticos en mal estado y la permanente  temeridad han convertido nuestras vías en fuentes de pánico. Los cruces  improvisados por los  conductores y la falta de patrullas de camino agrandan los peligros. Una parte del caos  la ponen -en carreteras y calles- los motociclistas sin placas, luces ni seguros, sin cascos protectores, temerarios y desafiantes del peligro. Los cada vez más numerosos “delivery” son una verdadera  amenaza. Es una epidemia  generalizada que cada año manda a la tumba y a la invalidez  a muchos miles de personas.

Sordera y un quizás dolorosos

Causa profunda lástima que en un país que se ufana de tantos progresos, todavía el no oír teniendo oídos pueda desembocar en una tragedia tan dolorosa como la protagonizada por un padre que lanzó desde el puente Duarte a su hijo de cinco años y luego saltó para acompañarlo a la muerte. La madre del niño afirma que denunció ante la policía el secuestro del menor, pero nadie le hizo  caso.

Esa misma sordera se ha revelado a posteriori en casos de mujeres que habían denunciado -sin haber sido escuchadas y protegidas- amenazas o agresiones de sus parejas y terminaron asesinadas. La probabilidad de haber evitado este drama tan doloroso existe. Tal vez un poco de atención a la denuncia de secuestro hecha por la madre hubiese permitido -tal vez- localizar a tiempo a padre e hijo. Nos duele  la pérdida irreparable de estas vidas y nos tortura que una causa pudo haber sido la sordera de alguien pagado para escuchar.

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