Un cargo estresante

Un cargo estresante

A juzgar por lo que observo en rutinarios y obligados recorridos por la capital dominicana, pienso que ser síndico de cualquier municipio o demarcación debe ser una tarea absorbente y estresante para los responsables de los ayuntamientos.

Lo infiero por la falta de educación, de conciencia y de civismo que muestra gran parte de la población.

La gente se comporta en las calles sin el menor respeto por las normas sanitarias, del ornato y conservación del medio ambiente.

Es harto frecuente que desde cualquier vehículo en marcha se lance a las vías públicas cáscaras de frutas, vasos desechables, botellas plásticas, fundas, servilletas y toda suerte de desperdicios sólidos.

Las autoridades edilicias – justo es consignarlo – han intentado frenar ese estado de cosas con la creación de policías municipales, pero debo también confesar que sólo colocando un agente a uno de cada tres munícipes podría lograrse efectivamente la limpieza citadina.

Debe recordarse que pasadas administraciones dispusieron la colocación de contenedores en lugares estratégicos del Distrito Nacional, pero de poco sirvieron, amén de que constituían un estorbo para el tráfico y el tránsito de vehículos y peatones.

En las zonas residenciales, las familias se proveen de tanques metálicos para el vertido de la basura, que al menor descuido son hurtados por grupos que se dedican a esa práctica insana e ilegal.

Cuando mi antiguo vecino Roberto Salcedo logró la Sindicatura distrital por vez primera, más que alegrarme de su triunfo sentí pena. Debió permanecer en la comodidad y tranquilidad de su Programarte.

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