Un cauto Francisco en Cuba descubre su éxito de masas en Estados Unidos

Un cauto Francisco en Cuba descubre su éxito de masas en Estados Unidos

El papa Francisco recibe el saludo de Florencia y Federico Segura mientras camina entre la multitud durante una visita a Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Washington, el jueves 24 de septiembre de 2015. (Foto AP/ David Goldman, Pool)

Ciudad del Vaticano. El papa Francisco terminó hoy un largo viaje a Cuba y Estados Unidos marcado por la cautela en la isla y el descubrimiento de la intensa atracción que provoca en Estados Unidos, donde protagonizó momentos históricos.

Al viaje más largo de Bergoglio parecía haberle marcado sin duda el acercamiento propiciado por el Vaticano entre los dos países y el papa llegó a una Cuba en la que la Iglesia, que ya puede construir templos en ella, fue hasta anfitriona del presidente Raúl Castro en todas las misas que ofició el papa.

El pontífice protagonizó eventos multitudinarios en ambos países entre patentes medidas de seguridad, dispuestas sin embargo por las autoridades respectivas posiblemente con propósitos diversos- control oficial en la isla, preocupación por el orden público en el rico vecino del norte.

En Cuba Bergoglio celebró misas multitudinarias, mantuvo contactos con jerarquía eclesiástica y religiosa, honró a la patrona de la isla y contemporizó con los hermanos Castro, pero el papa claro pareció confuso cuando se trató de mostrar también cercanía con la disidencia.

Bergoglio no tuvo un gesto con los opositores al régimen cubano -no estaba previsto, aseguró- y no se entienden, de momento, las razones de la ausencia de contactos con la disidencia, que el Vaticano pareció no gestionar cómodamente.   Discursos medidos, pero con intención y con llamamientos a poner al hombre por delante de las ideologías -en un país con partido único que gobierna desde hace más de sesenta años- dominaron una visita que en realidad fue muy breve.

En Estados Unidos, país que el papa visitaba por primera vez en su vida, el Bergoglio que dice no sentirse una estrella pudo haber visto los enormes carteles con su imagen que vendían al líder católico en fachadas de Manhattan y Nueva York le organizó una misa como solo esa ciudad puede preparar, en pleno Madison Square Garden, al lado de Broadway.

El Congreso, reunido en sesión conjunta ante la que nunca había hablado un papa, la sede de Naciones Unidas -con un discurso también sin precedentes- la “zona cero” y una escuela de inmigrantes hispanos en Harlem proporcionaron a Bergoglio los baños de masas que quizá no busque pero que sin duda atrae.

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