Un centro educativo para aprender a valorarse

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POR CARMEN MATOS 
Verles sonreír es de gran satisfacción, saber que ellos pueden romper barreras y hacer a un lado todos aquellos prejuicios que muchas veces les cierran puertas. El deseo de superación,  uno de los instintos característicos del  ser  humano, es casi palpable en los rostros de aquellos niños a los que la naturaleza tocó de manera “especial”, y esa es la razón detrás de la iniciativa que dio origen hace seis años al Centro Especializado Montessori Epifanía (CEME).

El Centro, que actualmente alberga a 40 niños que con dificultades de aprendizaje, es una de esas escasas respuestas para personas que usualmente son aisladas por la sociedad.

“Siempre soñamos con crear una escuela de educación especial”, expresa Dolores García, quien junto a Rodik Columna fundó la entidad que hoy ofrece este tipo de educación especializada.

Ambas, educadoras y terapeutas del aprendizaje, habla y lenguaje, se conocieron mientras laboraban en un centro de educación especial que fue clausurado, y cuyo cierre les motivó a iniciar un grupo de terapia en las tardes con varios niños que luego pasaron a integrar la escuela.

Su inspiración, aseguran, era dar respuesta a aquellos padres que entendían que una condición psicopedagógica no podía frenar las vidas de sus hijos, realidad que hoy atestiguan los rostros felices de estos niños, y decenas de padres y madres satisfechos.

Ese es el caso de Rossanna Sánchez, una madre que por mucho tiempo buscó educación para su hijo Daniel, a quien se le diagnosticaron hiperactividad y dificultades de aprendizaje.

“Él estaba antes en un colegio integrado, en que sólo lo tenían a un lado, en esta escuela de verdad aprende y recibe una atención personalizada”, dijo.

Este extrovertido niño, de diez años, da fe de que el esfuerzo debe centrarse en despertar facultades y aptitudes que ellos puedan desarrollar y les permitan hallarse a sí mismos, por eso se ha ganado el corazón de todos desde su llegada a la escuela, y debido a que ha sido expuesto a la práctica deportiva fue escogido para formar parte de la delegación dominicana que competirá en las Olimpiadas Especiales 2007 en China.

“Cada mañana él despierta cantando una canción de escuela, se siente a gusto y eso es lo que importa”, dijo Rossanna, entre las múltiples interrupciones de su hijo, quien deseaba insistentemente fotografiarse junto a ella.

Precisamente en ese aspecto, Rossanna coincide con los demás padres que resaltan los cambios en las vidas de sus hijos.

María Ramos, madre de una niña de diez años, aseguró que el entusiasmo que notó es lo que más le satisface, a la vez que dijo entre risas que si fuera decisión de su hija, “ella nunca saldría de la escuela”.

De su lado, el padre de Rafael David Alcántara, un niño de ocho años, relató   la experiencia que ha vivido con su hijo que antes sentía terror de relacionarse y asistir a la escuela, pero ahora, “añora constantemente la hora de ir a clases”, mostrándose más simpático y comunicativo con la familia.

Y es que no se trata de limitarlos, sino de darles más participación y oportunidades; por ello, como parte del programa escolar del CEME, las niñas mayores de diez años participan en un Taller de Belleza, en que aprenden a hacer lavados de pelo, rollos, manicure y pedicure. “Queremos despertar en ellas habilidades que les permitan insertarse a la sociedad”, expresó Columna, al compartir que una gran cantidad de las niñas que termina la escuela, luego continúa su formación en academias de belleza.

Para los niños que alcanzan los diez años, el centro ofrece un Taller de Pintura.

“Este tipo de escuela no puede ofrecer sólo clases, debemos enseñarles a valerse por sí solos, para que desarrollen seguridad y sepan que pueden lograr las cosas que se proponen y así aceptarse”, dijo mientras describía las características del plan educativo del Centro.

El plan académico, que cubre los mismos contenidos que se imparten en los demás centros de enseñanza básica del país, aplica un método más práctico y menos teórico, en el que los niños aprenden jugando y palpando los elementos de estudio.

“En las demás escuelas, los niños deben acomodarse al sistema, aquí se da el caso contrario, el sistema se adecúa a los niños”, especificó.

El equipo de doce maestros que integra la escuela, capacitados en educación especial y dentro de un programa de formación continua mediante talleres que reciben de manos de las directoras y fundadoras de la institución, estrategia que promete una educación completa.

Así en el Centro, como parte de la programación anual, se realizan varias actividades dirigidas a educar a los niños también en los aspectos social y familiar.

La propuesta, dirigida a la recreación de los niños junto a sus padres y amigos, incluye el “Día de familia”, una convivencia con talleres para los padres. Además, el “Día de las Madres”, y en diciembre, la “Velada Navideña”.

Pero en la institución, el mes de febrero recibe una atención especial, y como refiere Columna, se trata del rescate de los valores patrios, “con preocupación hemos visto cómo a través de los años, febrero se ha convertido en el mes del carnaval, pero nosotras queremos rescatar a febrero como el mes de la patria”.

En ese sentido, la escuela celebra anualmente la Feria Dominicana, un encuentro en que los niños, en trajes típicos, exponen sobre las características fundamentales de cada región del país, incluyendo lo social, turístico y económico, donde los invitados son sus familiares y amigos.

El ambiente familiar y orgullo patrio son las notas que triunfan en este evento, en que los padres, como de costumbre, se unen para compartir sobre las experiencias con sus hijos y mejoras en su comportamiento social y académico.

Se trata de un desfile del merengue, la bandera y la comida típica, en medio de las travesuras propias de niños.

Un “especial” programa educativo

La oferta académica del CEME cubre el nivel inicial, pre primario y grados de primero a octavo de básica, así como un curso especial de nivelación, dirigido a niños de mayor edad   que por sus necesidades particulares  no pueden ser insertados en grados específicos.

Además el programa incluye clases de deporte, música, inglés, computadora y educación bíblica, reforzadas con terapias correctivas de lectura, escritura, comprensión y memoria.

Finalizado el octavo curso, los estudiantes ya tienen abierta la posibilidad de continuar a la educación media o realizar cursos técnicos y especializados en otras escuelas. Debido a la demanda en solicitudes de ingreso, y como una forma de garantizar no exceder el tope de 12 estudiantes por aula, el centro ofrece tutorías de aprendizaje que se imparten en las tardes, dentro del recinto.

Asimismo, se dan servicios de evaluaciones psicopedagógicas, terapias del aprendizaje y lenguaje, escuela para padres y clases sistematizadas de educación individualizada.

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