Un choque entre dos trenes deja más de 50 muertos en Egipto

 Un choque entre dos trenes deja más de 50 muertos en Egipto

Por Joelle Bassoul
QALIUB, Egipto, Ago 21 (AFP) – Cincuenta y un egipcios, en su mayoría hombres que iban a trabajar a El Cairo, murieron el lunes por el choque de dos trenes que circulaban por la misma vía férrea en el norte de la capital.

Los dos trenes se dirigían a El Cairo, uno desde la localidad de Mansura y el otro desde Benha, situadas respectivamente a 130 km y 50 km al norte de la capital.

«Estaba en el tren de Benha que llevaba cinco minutos parado cuando de pronto sentimos algo como un terremoto. Saltamos por las ventanas y vimos fuego en la parte trasera del tren», contó Mamdouh Amer, de 29 años.

Según él, la mayoría de los viajeros eran obreros, funcionarios y policías que iban a sus trabajos en El Cairo.

El fuego estalló en la locomotora del tren de Mansura, que se había empotrado contra la trasera del de Benha, a la altura de Qaliub, a unos 20 km al norte de El Cairo.

Dos vagones volcaron y el tercero quedó destrozado completamente.

Según una fuente de seguridad que se encontraba en el lugar de los hechos, el accidente se produjo por un error del encargado del semáforo situado antes de Qaliub, porque no detuvo a tiempo al tren de Mansura, cuyo conductor murió, mientras que el chófer del otro ferrocarril prestó declaración a la policía.

«El número de víctimas se eleva a 51 muertos y 138 heridos», declaró el ministro de Sanidad Hatem al-Gabali, citado por la agencia gubernamental Mena.

«Acababa de despertarme a eso de las 07h00 (04H00 GMT), cuando oí un ruido espantoso. Corrí al balcón y vi el humo y los cuerpos que colgaban de los vagones volcados», relató Suad Abdalá, de 53 años.

Los hijos de Abdalá y los habitantes de los edificios aledaños saltaron por encima de la tapia que separa las viviendas de las vías para recoger a los muertos y heridos de entre el amasijo de hierro que se había formado en el lugar del accidente.

Cuando ya habían transcurrido más de dos horas desde el choque, los socorristas seguían trasladando cadáveres despedazados desde los vagones hacia las ambulancias, a través de una brecha abierta en el muro.

«¡Hijos de perra! ¿Dónde estabais?», gritaba un joven enfurecido contra los policías y los bomberos.

Un cordón de seguridad impedía a los hombres exaltados acercarse al lugar.

Según varios testigos, los equipos de rescate tardaron aproximadamente una hora en llegar.

«Llamamos a los bomberos, pero al principio no querían creernos», aseguró Chaimaa Samir, de 23 años, cuya voz quedaba solapaba por el ruido estridente de las sirenas de las ambulancias que transportaban a las víctimas.

A los dos lados de la vía, que corta a campo traviesa esta región agrícola, los socorristas recogían calzado y botellas de agua.

En el suelo, a los pies de una grúa que trataba de retirar la chatarra, había una página del Corán ensangrentada y una suela de un zapato quemada, también manchada de sangre. Algunos jirones de carne calcinada estaban esparcidos sobre la hierba.

«¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Continuar yendo al trabajo en tren?, se preguntó un hombre encaramado al muro. «Nunca más en este país», le respondió su compañero.

Los accidentes ferroviarios son relativamente frecuentes en Egipto.

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