Un claro aviso: arreglen la casa

<STRONG>Un claro aviso: arreglen la casa</STRONG>

Ciertos países -entre  los cuales en buena medida nos encontramos- confían demasiado  su destino en lo que de fuera caiga. Como donación procedente  de economías grandes que a veces dan para tranquilizar su conciencia, o a título de créditos a saldar más adelante; lo que puede conducir  a que buena parte de un  relumbrón  presente deba pagarse con sudores  de futuras generaciones. Luego, los Estados  que  pierden   suficiencias se dedican a cerrar grifos. La crisis los obliga a recorta generosidades… y a lamentar que estas sociedades un poco desvalidas no hayan aprendido todavía a vivir sin el pie de amigo foráneo, por no decir de limosnas.

La Unión Europea es una de las fuentes de asistencia que ahora aconseja que de alguna manera asumamos  con dignidad  la responsabilidad de  nuestro  desarrollo, primeramente aprovechando (¿tardíamente?) las ventajas de la globalización, buscando con ella misma  tratamientos comerciales compensatorios (y justos, agregaríamos nosotros) y procurando, con esfuerzos propios, mayores ingresos económicos. Y tienen buenos motivos para  suponer que no hemos hecho lo debido para  prescindir de ayuda externa ni para acrecentar el  ahorros interno, a falta de cual tenemos que endeudarnos. El crecimiento desigual, con buena   parte de la población sumida en diversos grados de pobreza, expone la falsedad de pregonados progresos puramente aislados y de minorías.

Completemos la hospitalidad

El presidente Danilo Medina mostró antier  satisfacción por un hecho cierto. Las playas criollas despiertan  gran interés en inversionistas que no paran de llegar, acogiéndose además a garantías jurídicas. Pero todos sabemos que el desarrollo del turismo  no puede descansar permanentemente en las bondades del clima, de mucho sol y arena  en enclaves hoteleros que mantienen al visitante extranjero alejado de otras posibles condiciones favorables.

Tenemos cultura e historia. Riqueza arquitectónica y lugareños  hospitalarios por doquier. Pero para hacer  más accesibles tales  bondades  debe primar  el orden urbano. Llevar  el crimen a una mínima expresión  y mejorar la  higiene callejera. Erradicar el caos del tránsito  y eliminar  (no ocultar)  penosas  exposiciones de  pobreza extrema. En fin, tenemos que llevar  al país a mejores situaciones ambientales y sociales. Un mejor lugar para propios y extraños.

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