Un coloso que grita

Un coloso que grita

Un trozo del sermón de Montesinos reza: “Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido?” Las autoridades, encabezadas por Diego Colón, el Segundo Almirante, estuvieron presentes en la iglesia y escucharon este sermón insólito, uno de cuyos párrafos hacía estas preguntas: “¿Cómo lo tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día?”.
El sermón de Montesinos fue un sermón consensuado por la comunidad de frailes dominicos, “escrito y firmado por los demás”, no sólo por el orador escogido por fray Pedro de Córdoba; así lo afirma Bartolomé de Las Casas. Fue, pues, un “sermón institucional” que tuvo la virtud de convertir al propio Las Casas en “defensor de los indios”. El padre Las Casas, nombrado años después obispo de Chiapas, se despidió de la comunidad de Santo Domingo con una misa en la Capilla del Rosario, en la margen oriental del río Ozama.
Las Casas escribió en México “La destrucción de Las Indias”, un documento contestatario contra los excesos cometidos por los conquistadores. Varios siglos después, el Presidente López Portillo decidió donarnos el coloso de Montesinos, hecho con piedras dominicanas y piedras mexicanas; la cabeza y las manos son de bronce, obra del escultor Antonio Castellanos Basich. El monumento tiene 18 metros de altura. La estructura que rodea el coloso fue diseñada por el arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vásquez. El conjunto, entregado al gobierno dominicano en 1982, se instaló en 1983. Los descuidos con este obsequio constituyen una historia vergonzosa.
Ahora sólo nos queda un camino: limpiarlo, restaurarlo, darle uso educativo y, sobre todo, luchar para que adquiera el carácter simbólico que desearon el Presidente López Portillo, el arquitecto Ramírez, el escultor Castellanos. Es lo que han revivido en sus conversaciones el Ministro de Cultura y el alcalde de la Ciudad Primada de América.

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