Un competidor en el vecindario

Un competidor en el vecindario

Por mucho tiempo, la República Dominicana ha sido en el área del Caribe el principal receptor de inversión extranjera directa y turismo. A esto han contribuido las políticas oficiales de facilitación del comercio, la estabilidad social y económica, y un factor geopolítico muy significativo: el bloqueo económico mediante el cual Estados Unidos aisló a Cuba del resto del mundo y le despojó de ventajas comparativas que disfrutaba antes de la instauración del régimen comunista.
El factor geopolítico ya empieza a diluirse, empujado por el restablecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales entre Estados Unidos y Cuba. Esto coloca a la mayor de las Antillas en la ruta de recuperar su acceso al mercado estadounidense para intercambiar bienes y servicios. Para la República Dominicana esto puede significar una competencia comercial ante la cual hay que desarrollar estrategias muy finas.
El sector turístico dominicano está muy claro en que Cuba, en relativamente poco tiempo, puede llegar a ser una piedrita en el zapato para nuestra condición de mayor receptor de turistas e inversión extranjera directa. Tenemos que trabajar duro para conservar nuestras ventajas y procurar la manera de aprovechar la apertura cubana para beneficiarnos de ella. Disfrutábamos solos de muchas ventajas relativas, pero ya tenemos competidor en el vecindario.

El ambiente tomado en serio

El Gobierno de Francia prohibió el uso de platos, cubiertos y vasos plásticos. La controversial disposición, que entrará en vigencia en 2020 para dar tiempo a agotar los inventarios, es una manera de tomarse muy en serio la protección del medio ambiente, suprimiendo uno de los contaminantes más dañinos para la biodiversidad y las fuentes de agua potable.
Sería mucho pedir que nos tomemos la protección del ambiente tan en serio como los franceses, pero es impostergable que el país adopte medidas estrictas para reglamentar la disposición final de los desechos de plástico. Es enorme la cantidad de este material no biodegradable que va a parar a los cauces de los ríos, los desagües de las ciudades y las playas, con efectos dañinos para la biodiversidad. Tenemos que asumir en serio la protección del ambiente.

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