Un compromiso inaplazable

Un compromiso inaplazable

Ni las representaciones laborales ni el empresariado deben fallarle al país ante la necesidad de actualizar el Código de Trabajo; sin que nadie escape de las conversaciones ya en marcha y sin que nadie genere expectativas que se presten a confusión sobre el fin último. Es fundamental que exista confianza en el mecanismo de la reciprocidad. Dar para recibir, si es necesario, sin desconocer que ningún retroceso en materia de derechos adquiridos resultaría aceptable para quienes venden su fuerza de trabajo y resultan débiles individualmente en su trato con el empleador de más recursos. No cabe sacar de agenda la negociación pretendida propiciando un cierre sin haber llegado a la mesa para conocer las propuestas de legislación en todos sus detalles, de fondo y forma. Debe admitirse, hasta prueba en contrario y hablando de tú a tú, que las indemnizaciones por despido que siempre han existido podrían quedar preservadas bajo alguna nueva y satisfactoria fórmula legal. Dar el beneficio de la duda.
Al margen de los intereses legítimos que asisten a los capitales y a la fuerza de trabajo que confluyen en la producción y mueven la economía, prima, por razones sociales obvias, un sentimiento nacional en favor de que permanezcan el pago de compensaciones al finalizar contratos y el acceso a pensiones dignas para todo el que trabaja, a veces por toda una vida. Lo contrario seria inadmisible.

El cafecito bajo seria amenaza

No podría ser más dramática la evaluación del cultivo del café que ofrece una gran parte de quienes lo producen y a cuyo destino han estado ligados siempre. Ni mas ni menos que un desplome de más de un millón de quintales al año en decenios de los 80 y 90, a solo 200 mil ahora, cuando además hay que importar 55 millones de dólares del grano al año o las tacitas no humearían ante los dominicanos.

De significativa actividad agroeconómica ha pasado a un proceso de extinción, siendo una de las causas el que el Estado no ha tenido una política integral de respaldo a la caficultura que ha caído en trance, ¿Se necesita más prueba de que el campo no puede estar a expensas de paños tibios, de acciones individules de paso a paso con resonancia publicitaria pero sin el fuerte contexto de programas de dimensión nacional.

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