¡Un compromiso para el nuevo año!

¡Un compromiso para el nuevo año!

FIDELIO DESPRADEL
El señor Presidente dice que el 2006 será el «año de la creación de empleos», y que la economía crecerá por encima del 9%. Los partidos de oposición dicen lo contrario, pero es tan sólo para ejercer su papel, y ganar puntos, jugando a la oposición,  en ese jueguito de la democracia que cada vez está más descalabrado en el continente americano. Los presidentes

dominicanos, todos, son los jefes formales de un modelo estructurado de forma tal que una capa cada vez más reducida de la población se alza con el grueso de la Renta Nacional, creada con el trabajo del grueso de los dominicanos y dominicanas. Modelo, precisamente, donde esa Renta Nacional no se genera en los sectores financieros, en las grandes industrias y comercios oligopólicos y en todo el entramado del capital extranjero (incluyendo la enorme deuda externa), pero que son estos, precisamente, por la forma como está organizada la estructura económica, los sectores que se alzan con el grueso de esa Renta, que no se produce en su área.

Todos los presidentes dominicanos, sin excepción, son los administradores centrales de este modelo. Y el doctor Fernández no es una excepción. Y lo del crecimiento del 9%, al igual que las cifras y la forma de elaborar esas cifras del Banco Central, lo mismo que los golpes de pecho a favor del desarrollo y de la justicia social, tanto de los demás poderes del Estado como de la élite social que controla la vida económica y política del país, no son más que hipocresía y palabras vacías, en este juego trágico, donde la Nación dominicana viene siendo destruida y desmantelada, en forma creciente, por esas élites que dominan el poder.

¿Qué porcentaje de la población cree en las palabras del señor Presidente y en la honorabilidad de los integrantes de los demás poderes del Estado? ¿Qué porcentaje de los dominicanos y dominicanas cree en las promesas y palabras de los políticos, de las élites económicas y de algunos segmentos del alto clero que le hace el juego a estos sectores dominantes?

Estas no son más que preguntas retóricas, porque es «llover sobre mojao» afirmar que las y los ciudadanos, en una proporción de más del 60% piensan que la economía va mal y que el año que viene su situación económica será igual o peor; y dicen mayoritariamente también que la falta de empleos, laelectricidad y la falta de seguridad son los problemas que más le preocupan. O sea, la gran mayoría de los ciudadanos no cree ni en las palabras del señor Presidente, ni en los políticos ni en ninguno de los poderes del Estado.

Los elementos de clase media, con niveles culturales medianos o altos, nos asombra el descaro y la permanente escalada de fechorías y traperías por parte de las élites económicas y políticas y de todas y todos los «honorables» miembros de los demás poderes y del tren administrativo. ¿Hasta dónde vamos a llegar?, dice un buen número de estos ciudadanos. Y resulta que todos los días llegamos más y más lejos en esta escalada de fechorías y traperías. Pero resulta que la experiencia de América Latina nos está mandando claras señales de que, llegado un momento, el pueblo arrasa con toda esa basura, y la arrasa en una forma tan contundente, que en algunos países borran para siempre de la faz de la tierra los viejos aparatos partidarios, los llamados líderes y toda la parafernalia de esta democracia bendecida por el FMI, el BM y el BID.

Lo que pasa es que los dominicanos y dominicanas progresistas y de izquierda (que nos contamos por decenas o centenares de miles) no acabamos de ponernos por encima de nuestras ya añejas pequeñeces y de ese enanismo mental que lleva a los hombres y mujeres adictos al mismo, a preferir, siempre, ser cabeza de ratón a ser cola de león. Y aquí no me estoy refiriendo a quienes se siguen llamando izquierdistas, demócratas o progresistas, desde uno de los tantos partidos (compañías por acciones para provecho de un grupito de accionistas), tribunas televisivas o las famosas ONGs. No me refiero a estos. Me refiero a los que, para bien o para mal, hemos estado ligados a múltiples causas progresistas; a los/as que persistimos; a los/as que creemos, de verdad, en las causas nobles y que nos sentimos parte de la corriente progresista del país.

Esos y esas tenemos que superar nuestro corto horizonte; aprestarnos a elevar el vuelo. Porque de América del Sur, del extenso territorio de México y de otras latitudes, nos están llegando vientos frescos, en extremo promisorios, y no es posible que no hayamos podido, todavía, alzar el vuelo y esforzarnos lo suficiente para colocarnos por encima de nuestra propia estrechez de miras. Es importante que nos empecemos a ver, unos y otros, como posibles protagonistas (nada de dirigentes y líderes, simplemente como protagonistas) de un movimiento social, sin cuyo despertar, no puede, ni soñarse, con construir alternativas políticas al desastre nacional.

¡Ese debe ser nuestro compromiso para este nuevo año que empieza el próximo domingo!

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