Un concierto para recordar

Un concierto para recordar

POR DARÍO BENCOSME BÁEZ
“Nuevo Mundo dio Colón”.  El 24 de mayo fue recibida en nuestro Teatro Nacional una muy digna representación de la Junta de Castilla y León, España: la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, que ejecutó un concierto notable, con una buena asistencia de público y la cálida respuesta de éste. La ocasión: celebración, durante este año calendario del V Centenario del fallecimiento, en Valladolid, mayo de 1506, del gran navegante y Descubridor de América, Cristóbal Colón.

La indicada Junta de Castilla y León –nueva nomenclatura y moderna división política de España– se ha propuesto “impulsar un mayor intercambio cultural con los países que forman parte de la Comunidad Latinoamericana”, según reza el prospecto u opúsculo que anuncia la especial visita que han hecho a Colombia y la República Dominicana los integrantes del señalado cuerpo sinfónico. La gira de conciertos, iniciada en Medellín y continuada en Bogotá (dos presentaciones) los días 17 y 18, fue completada para ese hermano país, en Cartagena de Indias y Barranquilla el 19 y 20 de mayo, esto es, hace pocos días. Así que en nuestra capital han culminado, por ahora, su periplo americano, tan temprano como la indicada noche del miércoles 24. Casi un récord.

Conducida por su director titular, el colombiano Alejandro Posada, la afamada orquesta sinfónica tomó comando de la escena y del numeroso público desde el inicio del mismo programa, con la pieza para ballet (parte de) El sombrero de tres picos, del español Manuel de Falla, basada en el cuento o relato homónimo del autor español del siglo XIX, Pedro Antonio de Alarcón. La parte tocada fue la Suite 2da. del ballet, danzas consistentes en seguidillas, farruca y jota. El programa de la noche fue completado con el Concierto para flauta y orquesta del francés Jacques Ibert, y la conocida Sinfonía Nuevo Mundo, del checo Antonin Dvorak.

Escuchar obras musicales y aires españoles es una clara preferencia de los públicos dominicanos, apegados a Falla, Granados, Albéniz, Rodrigo, o a la música más popular, incluido el género ligero de las operetas y zarzuelas –hasta el gusto por Sabina, Rocío Durcal y otros/as–. Pero la muestra de Falla esta noche era de lo más alto de su música, aquella depurada obra inscrita ya en la historia musical del mundo. Su forma, revolucionaria o de vanguardia en su momento, con Pablo Picasso como escenógrafo la noche del estreno, es ahora una referencia clásica y se degusta con placer. Vibrante y cargada de electrizantes contrastes y nuevo sonido, en la ejecución más que satisfactoria lograda por el director Posada. El entusiasmo general obligó a la orquesta a tres “encore”, al cerrarse el programa con la memorable Sinfonía del Nuevo Mundo, entre ellos Las bodas de Luis Alonso y una estilizada cumbia colombiana.

Estos envíos de cultura de la madre patria son recibidos con beneplácito –en el caso se trató, en realidad, de un histórico trueque, ya que la Orquesta Sinfónica Dominicana viajó completa a Valladolid y allí tocó, este mes, en la fecha prístina del V Centenario colombino. Intercambios culturales como éste ayudarán un tanto a las relaciones y el buen entendimiento entre estas “ínclitas razas ubérrimas” que dijo el poeta, en un tiempo rudo en que las pragmáticas y los intereses e influencias del poder, público o privado existentes al interior de los gobiernos suelen sofocar el bien común de pueblos hermanados desde el origen por la historia.

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