Un costo oneroso

Un costo oneroso

En estos tiempos de informática, comunicaciones y sofisticadas maquinarias, la energía eléctrica constituye el principal soporte para la economía de cualquier país. Es tarea difícil encontrar un renglón de la economía en el que la electricidad no juegue un papel de primer orden.

Aún con los precios exagerados de nuestra electricidad, que obedecen a factores muy distintos a los costos de generación y transmisión, el servicio generalizado de suministro energético es, sin duda, la base menos onerosa para la sustentación de niveles adecuados y rentables del Producto Interno Bruto (PIB).

En las circunstancias actuales, la generación de la mayor parte de la electricidad que requieren la industria, el comercio y muchos hogares se logra por medios individuales. Es una alternativa costosa, deficiente, ruidosa, contaminante y en gran medida intermitente, pues la mayor parte de las plantas de emergencia no son para trabajo prolongado o continuo.

Guardando las diferencias de forma, la crisis energética, en sus efectos sobre la economía, se parece mucho al descalabro bancario. En ambos casos, el mal manejo ha producido hoyos financieros difíciles de cubrir. En el caso de los bancos por la forma en que el Gobierno manejó la situación, y en el de la energía, por la forma en que el Gobierno ha decidido «no» manejar la crisis y dejar que la solución la determine la administración que asume el 16 de agosto próximo.

El hoyo financiero derivado de la quiebra de varios bancos ha obligado a acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que, en base a un riguroso programa disciplinario, el país pueda recomponer sus finanzas y devolverle a la economía el dinamismo perdido. Pero no ha pasado igual con la crisis de la energía y el enorme hoyo financiero ocasionado por el descalabro del sistema habrá de ser cubierto por todos, individualmente, independientemente de los arreglos a que puedan llegar el nuevo Gobierno y los actores del mercado eléctrico.

Los efectos de la crisis original de la energía, como parte de la crisis global de la economía, se han multiplicado por la actitud del actual Gobierno, de ahondarla al renunciar a buscarle solución. Esa decisión, más que cualquier otro factor, ha resultado un costo muy oneroso para la economía del país.

Odiosa figura  

A fuerza de haber sido distorsionada su esencia, el indulto se ha convertido en una figura cuestionable y odiosa.

La idea de excarcelar reos que hayan observado buena conducta en prisión parecería acorde con el interés de la sociedad, de que todo delincuente tenga oportunidad de reintegrarse a ella con una conducta regenerada.

Sin embargo, el indulto legitima una intromisión de un poder del Estado en las decisiones de otro poder. El precepto constitucional que faculta al representante del Poder Ejecutivo a conceder el indulto, le autoriza, al mismo tiempo, a deshacer una sentencia de un miembro del Poder Judicial.

Y para colmo de males, por antecedentes que todos conocemos, está claro que en este país no somos buenos en la tarea de seleccionar reos que en buena lid sean merecedores de perdón. Alguna vez habrá que modificar este asunto.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas