Un cuarto de siglo después, la Biosfera 2 sigue viva

Un cuarto de siglo después, la Biosfera 2 sigue viva

Arizona— Vivieron dos años y 20 minutos bajos los vidrios de una Tierra en miniatura, con un océano, bosques, un desierto, pasturas y manglares. El aire y el agua eran reciclados y cultivaron batatas, arroz y otros alimentos necesarios para sobrevivir.

Fueron invitadas unas 1.500 personas y hubo 200 periodistas cuando los ocho habitantes originales de la Biosfera 2 salieron de su terrario hace un cuarto de siglo en dos grupos que no se hablaban entre sí, consecuencia de las tensiones que surgen al compartir un espacio reducido y de disputas sobre cómo había que manejar el proyecto. Sus detractores dijeron que el experimento, que costó 150 millones de dólares, había sido un fracaso porque hubo que bombear oxígeno a lo que se suponía era un sistema totalmente autónomo.

Las disputas continuaron por meses y el millonario Edward P. Bass, que financió el proyecto, contrató al ejecutivo bancario Stephen Bannon –quien más tarde sería el principal estratega de Donald Trump– para que evitase la ruina.

Hoy la Biosfera 2 es algo distinto, un sitio en la Universidad de Arizona donde investigadores del mundo entero pueden estudiar de todo, desde los efectos de la acidificación de los océanos en los arrecifes hasta las formas de asegurar el suministro de alimentos.

“Todo empezó como un gran experimento y fue transformado a base de ingenio en algo totalmente distinto, que está siendo útil”, expresó Jeffrey S. Dukes, director del Centro Perdue de Investigación del Cambio Climático. “Y es una instalación muy linda para visitar”.

Joaquín Ruiz, geólogo que dirige el proyecto en el desierto de Sonora, unos 48 kilómetros (30 millas) al noreste de Tucson, dijo que el ambiente controlado de la Biosfera 2 permite a los investigadores hacer experimentos que no podrían realizar afuera “porque no quieres tener que enfrentar circunstancias no buscadas”.

Esto quiere decir, por ejemplo, que los investigadores del Instituto Mundial para la Seguridad del Agua de la Universidad de Saskatchewan, Canadá, no tienen que preocuparse de dañar el medio ambiente al estudiar cómo las plantas de la pequeña selva ajustan su consumo de agua.

El diminuto océano está siendo renovado para que investigadores de todos lados puedan seguir realizando experimentos en unos pequeños arrecifes sin dañar los arrecifes del Pacífico. Una subvención de 550.000 dólares de la Universidad Johns Hopkins ayuda a los científicos a ensayar teorías acerca del movimiento del agua en tres laderas conocidas como el Observatorio de la Evolución del Paisaje, un gigantesco laboratorio sobre las ciencias de la Tierra.

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