Un día en el Nueva York latino

<p>Un día en el Nueva York latino</p>

NUEVA YORK (AP) _ El día comienza con un desayuno en la República Dominicana: café con leche con puré de banana. Luego viene el churrasco _carne asada_ del almuerzo con un bufet libre brasileño. Más tarde, un tentempié con un batido colombiano de frutas y en seguida, para la cena, una escala en una taquería mexicana. Una vez que ha bajado el sol, hay que ir a bailar en un bar con música de salsa.

Este recorrido por Latinoamérica puede realizarse en un solo día, sin siquiera salir de la ciudad de Nueva York. Un nuevo libro titulado “Nueva York: The Complete Guide to Latino Life in The Five Boroughs’’ (Nueva York: Guía completa para la vida latina en los cinco condados) ilumina el sendero.

“Hay gente que viene de fuera, no queremos mostrarle solamente la Times Square, el Empire State Building, la Estatua de la Libertad’’, dijo Carolina González, que escribió la obra junto con Seth Kugel. “Queremos mostrarle la Nueva York verdadera, y a nosotros. Parte de la Nueva York real son todos esos diferentes y grandiosos vecindarios latinos’’.

La ciudad de Nueva York es hispana en un 27%, de acuerdo al censo del 2000, y uno de los vecindarios con más presencia dominicana es Washington Heights, en el norte de Manhattan. Allí hay un restaurante, El Malecón, que ofrece un desayuno para cuatro personas con huevos, jugo, queso frito y mangu -puré de banana- por casi 30 dólares, incluyendo el café con leche, “una especie de café latte a una décima parte del precio’’, dijo Kugel.

Pero El Malecón “es realmente más conocido por los pollos que giran en el asador’’, añadió. “Puede apreciarse el aroma a varias cuadras a la redonda’’.

Al otro lado de la calle, en La Plaza de las Américas, un mercado al aire libre, hay regateos para comprar yuca, papaya y aguacate. Cerca de ahí, el Centro Botánico y Esotérico Gran Bua vende perfumes y figurillas con la promesa de resolver cualquier problema. La dependienta Odette Phicardo dice que los productos más vendidos son las pociones de amor, como la fragancia llamada “Garrapata’’, cuyo nombre sugiere “amarrar’’. Si se prefiere la moda antigua de los aromas florales, los frascos con esencia de gardenias valen cinco dólares.

En el Rancho Jubilee se encuentra no sólo la comida que evoca a la República Dominicana; también se destaca la decoración que incluye de palmeras a monturas para burros pasando por un estufa pequeña colocada a la entrada, todo importado del país caribeño. Las sillas de madera crujen al sentarse y “recuerdan cuando uno se sienta en la terraza de la abuela en la República Dominicana rural’’, dijo Kugel.

Ahora los pasos se dirigen a East Harlem, donde la bandera puertorriqueña adorna numerosas ventanas. En Carlitos Café, durante los jueves en la noche cualquiera puede cantar en el estrado. En Casa Latina se puede comprar música latina desde 1930 o una camiseta con la leyenda “Salsaholic’’ para manifestar la adicción al género musical de la salsa.

Para los amantes del arte está El Museo del Barrio en la Quinta Avenida y la galería Taller Boricua en el Centro Cultural Latino Julia de Burgos, llamado así en honor de la poeta homónima de Puerto Rico. Un mosaico de De Burgos acaba de ser instalado en la Calle 106, mientras un mural colocado en la esquina de Lexington y la 104 llamado “The Spirit of East Harlem’’ (el espíritu de East Harlem) retrata la vida en la comunidad. Muestra desde niños jugando baloncesto hasta un anciano que toca la guitarra.

En el sector Lower East Side de Manhattan, conocido también como Loisaida, está el antiguo Nuyorican Poets Cafe y el Parkside Lounge, un bar donde resuena la salsa en vivo.

“Nueva York’’ comprende también recorridos a pie por esos y otros vecindarios, incluidas secciones de Brooklyn y el barrio del Bronx.

Pero es Queens donde explotan realmente los sabores, las imágenes y los sonidos latinos de la ciudad.

Una generación atrás, Astoria, en Queens, era conocida como un vecindario griego. Ahora, alberga el restaurante Brasilianville Grill. Espolvoree farofa, un aderezo parecido a migajas de pan, sobre arroz y frijoles, y pruebe una salsa vinagreta como condimento. Luego elija el churrasco, un platillo de carnes que son asadas con lentitud. La carne de res salada se derrite en la boca, mientras las salsas y el pollo revientan de sabor.

Ahora coloque los platillos en la balanza para la cuenta de 5,99 dólares por libra (454 gramos). “Si alguien gasta 10 dólares, es un puerco’’, consideró Kugel.

Luego viene una Guarana de la Antártida _una bebida gaseosa de frutas_ y vea Globo, el canal de televisión brasileño, mientras se ingieren los manjares.

La compra de recuerdos latinos también está presente. En ferreterías, tiendas, supermercados y farmacias hay colonias, jabones o champús.

Finalmente, se pueden pasar unas cuantas horas en Jackson Heights, “uno de los vecindarios con mayor diversidad cultural en todo el país’’, dijo González.

En la Roosevelt Avenue, conocida localmente como Avenida de las Américas, hay ceviche ecuatoriano vendido desde un camión, así como máscaras de los practicantes de la lucha libre mexicana y pandebonos colombianos.

Al caminar por Cali Caliente, una tienda de lencería colombiana, se puede encontrar material para los momentos íntimos.

Incluso aparece el cómic del Dr. Seuss en español, sin faltar en la librería Barco de Papel la versión en español de “Cómo el Grinch se robó la Navidad y el Don Quijote para niños.

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