¡Un daño por el resto de los tiempos!

¡Un daño por el resto de los tiempos!

FIDELIO DESPRADEL
¡A competir con los gobiernos de Italia y Francia! El primero decidió contratar una compañía para enderezar la Torre de Pisa, donde se instalará un hotel cinco estrellas, y el segundo hizo lo mismo con el Arco de Triunfo, en cuya parte superior, Coca Cola instalará el restaurante más moderno del mundo.

¡Los italianos y franceses están fascinados! ¡El gobierno egipcio está considerando una propuesta de una compañía rusa para instalar un observatorio supermoderno en la cúspide de las pirámides! ¡La modernidad está arropando al mundo!

Y resulta que los burócratas dominicanos se enteraron confidencialmente de la genial iniciativa europea y no quisieron quedarse atrás: van a construir una isla artificial frente el malecón. ¡Que conste que no le va a costar un centavo al gobierno! Con ello le van a cambiar radicalmente el paisaje centenario a los dominicanos y dominicanas, aburridos ya de tener el malecón más precioso del mundo y de haber conseguido la hazaña de que tan sólo dos o tres vivos hayan podido asaltar los arrecifes con sus construcciones. Nos van a construir una isla, que levantará una muralla de super hoteles y otras lindezas, con un paisaje a imagen y semejanza de lo mejor de Miami, donde los turistas podrán arribar, en un ambiente «dominicano», sin tener que juntarse con la chusma capitaleña, disfrutando de un ambiente que les permitirá prefigurar lo que va a llegar a ser, algún día, esta dichosa República Dominicana.

¡Nos salvamos! Cualquiera podría pensar que esta es la posición del grueso de los dominicanos, si lo miden por la escasa cantidad de reacciones que se han producido contra esta nueva puñalada al costado de la república.

Es sabido que la clase política y las élites sociales y económicas han hecho todo tipo de desastres en la República Dominicana. En todos los casos, han corrido chorros de dinero hacía los bolsillos de los promotores, y para garantizar el silencio de los que tienen los recursos para movilizar la opinión pública.

Poner ejemplos para demostrar esta aseveración no tiene ningún sentido. Basta con leer los periódicos o cerrar los ojos, pasando revista de los últimos escándalos, para encontrar una abrumadora cantidad de ejemplos que validan estos tímidos juicios. Pero resulta que lo de la isla artificial es un daño para toda la vida, que afecta, no un sector en especial, sino al patrimonio histórico y cultural, y al derecho de los ciudadanos y ciudadanas de disfrutar de este patrimonio y de las riquezas del país.

¡Un daño para toda la vida!

Entonces:

¿Qué piensa la Academia de Ciencias de la República Dominicana, que siempre ha estado del lado de las comunidades que defienden el patrimonio natural del país?

¿Qué piensa la Secretaria de Medio Ambiente, y el amigo Max Puig, que sabe que este proyecto es una fullería, una barbaridad y un negocio fraguado por funcionarios que se consideran intocables?

¿Qué piensan las universidades y sus respectivos departamentos de urbanismo, medio ambiente y patrimonio histórico?

¿Qué piensa el CODIA? ¿Y el conjunto de instituciones medioambientales del país?

¿Qué piensan los grupos juveniles y los núcleos de ciudadanos y ciudadanos que han estado siempre al lado de la defensa del patrimonio natural y ecológico del país, y en contra las fullerías de los grupos de poder?

¿Qué piensan los editorialistas de los periódicos y de los demás medios de comunicación?

¿Qué piensan Nuria Piera, Huchi Lora, Freddy Beras, Juan Bolívar, Marisela, Milagros y otros tantos comunicadores, con gran influencia en la opinión pública?

¿Qué piensan las fuerzas de izquierda?

¿Y los juristas, que bien podrían poner sus conocimientos al servicio de las demandas que habrán de iniciarse contra los promotores de esta barbaridad y el gobierno que lo permite?

Y sumado a estas interrogantes, habría que agregar:

¿Qué iniciativas vamos a tomar? ¿Qué mecanismos de coordinación vamos a implementar para ir convirtiendo en acción, las reacciones indignadas de los ciudadanos y ciudadanas?

En lo que a mí respecta, estoy en la disposición de participar en cualquier iniciativa ciudadana que permita movilizar a las gentes contra esta nueva fullería.

¡Claro que me enteraré de cualquier iniciativa que se tome al respecto! Pero si alguien quiere tirar la primer piedra, y necesita que lo ayude en esta iniciativa, puede llamarme al teléfono 238-5409, donde seguro recibirá una respuesta positiva!

¡Vamos a frenar esta barbaridad!

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