Un debate de primer orden

Un debate de primer orden

Nos hemos pasado la vida fraccionando caprichosamente el territorio nacional. Aunque cualquier ascenso en la jerarquía política de una jurisdicción cualquiera debe estar justificado en factores sociales, económicos y demográficos reales, aquí la fragmentación del territorio y la creación de nuevas provincias, municipios y otras demarcaciones ha sido el resultado del interés particular de los partidos para poder repartir cuotas de poder político. En muchos casos se ha dado a divisiones territoriales jerarquías que no pueden sostener por carecer de una dinámica económica motorizada por la producción y el comercio.

Necesitamos diseñar y reglamentar un ordenamiento territorial con vocación de desarrollo, basado en estudios sociales, económicos y demográficos realistas, que puedan garantizar la sostenibilidad de la jerarquía de cada jurisdicción. Constituir demarcaciones parásitas, a las que les queda grande el rango, ha sido un gran pecado de países latinoamericanos como el nuestro. El ordenamiento territorial ha sido en estos días el tema de debate en un foro regional realizado en El Salvador, en el que participaron representantes de nuestro país, Centroamérica y Belice. Aquí tenemos que profundizar en este tema despojados de las pasiones políticas que han motivado la atomización del territorio. Hay que planificar el desarrollo desde una perspectiva más provechosa.

JUSTICIA PARA LAS ENFERMERAS

El país tiene cada vez menos enfermeras. Se calcula que aquí hay una por cada 10,000 habitantes, una proporción similar a la de los países africanos más pobres. La Asociación Nacional de Enfermeras afirma que las profesionales de esta área han pasado a ser menos numerosas que los médicos. El bajo salario que se les paga ha desestimulado el interés por la carrera. Se calcula que en los hospitales públicos, una enfermera debe atender hasta cincuenta pacientes en un día.

La mala paga a las enfermeras tiene varios componentes indeseables que debemos erradicar. Aparte de que es una injusticia social, el bajo salario conspira contra la calidad de las atenciones que esas profesionales brindan a los pacientes. Ahora que se defiende tan a viva voz la justeza de un alza general de salarios, sería de orden que se revisen y reajusten las tarifas mínimas en el área de enfermería.

 

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