Un debate impostergable

Un debate impostergable

El único momento en que muchos ciudadanos consideran que sus derechos civiles y políticos están siendo respetados y tomados en cuenta como miembros de una sociedad democrática es precisamente ese, en el que con rabia o sin ella depositan sus votos. Cuando con o sin alegría manosean las boletas. Cuando con mucha o ninguna esperanza acuden a manifestar sus preferencias políticas.

El voto está ideado para dejar constancia de a quién confiamos la gestión de la tierra en que vivimos. Es por esto que  suponemos que aquél al que honramos con nuestro voto debe ser afín a nuestros ideales, que comparta nuestras metas y proyectos. Es absurdo entender a la gente que vota sin ni siquiera conocer el programa de gobierno del partido  que votan y lo peor aun es que tampoco conocen a quienes descartan.

El voto es un derecho y una obligación. Un derecho, porque la democracia permite a través de él elegir a los gobernantes. Una obligación, porque es necesario comprometerse con el gobierno que surja y trabajar hombro con hombro para el desarrollo y bienestar del país.

Como derecho, debemos agregarle que para poder ejercerlo plenamente y a conciencia, debemos estar empapados al máximo del programa que tienen planeado los candidatos desarrollar en su posible gestión, en caso de ser honrados por el voto popular.

Para esos fines no es suficiente que quienes corren en la arena electoral hagan promesas, sino que esas promesas sean explicadas adecuada y convincentemente a los potenciales electores.

El mejor escenario para dar esas explicaciones es en un debate público televisado que llegue a la mayor cantidad de personas.

Bernardo Vega  planteaba en días pasados una serie de preguntas importantes que él les haría a los candidatos. Se podrían agregar algunas más. Los periodistas asistentes serían los que en realidad tendrían el privilegio de hacer ese importante trabajo.

Si se concretara el debate entre Danilo Medina e Hipólito Mejía, esperamos que no haya excusas para que nosotros, los electores, que tenemos tan grande responsabilidad histórica, satisfagamos la necesidad de estar bien edificados antes de dar el trascendental paso del 20 de mayo y nos concedan el merecido debate. Este es más saludable que cualquier caravana interrumpiendo el tránsito sin producir el daño a los oídos y al cerebro que produce una peinadora.

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