Un derrotado Obama inicia gira por Asia para reforzar lazos con región

Un derrotado Obama inicia gira por Asia para reforzar lazos con región

WASHINGTON.  Apenas recuperado de la derrota en las elecciones legislativas, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se reunirá el lunes con su homólogo chino Xi Jinping, con quien mantiene múltiples focos de tensión, en el marco de una gira por Asia que busca reforzar los lazos con esa región.

Obama, que empieza sus últimos dos años en la Casa Blanca en una posición incómoda tras la conquista de los republicanos de la totalidad del Congreso, intentará en Asia disipar la impresión de que una serie de crisis -los yihadistas del Estado Islámico en Irak y Siria, el conflicto en Ucrania y el virus del ébola- lo han alejado de esa región.

Las reuniones con Pekín, con la Asociación de Naciones del Sureste Asiático en Naypidaw, y con el G-20 en Australia, así como los diversos encuentros bilaterales, serán el escenario para que Obama intente convencer que el «reequilibrio» diplomático de su país con la región de Asia-Pacífico, pieza clave de su política exterior, va más allá de la teoría. «Va a ser un viaje difícil para el presidente», predice Ernest Bower, del Centro Estratégico de Estudios Internacionales en Washington (CSIS por su sigla en inglés).

«Los países del sudeste asiático se preguntarán: ‘¿Quién es Barack Obama después de esas elecciones?’, e intentarán discernir si él tiene la voluntad -y el capital político- para cumplir con sus compromisos», asegura Bower. Esta semana, un diario oficial chino ironizó sobre lo que calificó como un pobre balance y una «retórica vacía» del presidente estadounidense. «Obama lanzó su eslógan ‘Yes, we can’, suscitando grandes expectativas en la población, pero ha hecho un trabajo insípido y no tiene casi nada para ofrecer a sus partidarios», estimó el editorial del Global Times, diario cercano al Partido Comunista Chino (PCC).

Obama participará en la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y luego se encontrará con el presidente chino, Xi Jinping, con quien se reunió por última vez hace 18 meses en California, en un encuentro informal en el que no se avanzó sobre temas espinosos.

La piratería informática y las disputas territoriales entre China y sus vecinos asiáticos en el mar meridional siguen siendo foco de tensiones entre ambos países. A cinco días del encuentro bilateral, Susan Rice, asesora de Obama en Seguridad Nacional, dijo que el presidente «estaba muy preocupado por la suerte de los defensores de los derechos humanos». «La relación entre China y Estados Unidos no es una mala espiral, pero es una relación en la que un alto nivel de tensión se ha convertido en la norma «, dijo Michael Green, del CSIS.

Segunda visita a Birmania.  Pero no todo es tensión en la visita. Obama puede contar con negociaciones potencialmente más constructivas sobre el cambio climático, donde una iniciativa común podría ser anunciada en Pekín. Además, cuenta con el apoyo en toda la gira de sus dos aliados más cercanos en la región: los primeros ministros de Australia, Tony Abbott y de Japón, Shinzo Abe. Durante de su segunda visita a Birmania, Obama se reencontrará con el presidente Thein Sein en Naypyidaw y después con la activista y opositora Aung San Suu Kyi en Ragún.

Paradójicamente, el resultado de las elecciones legislativas en Estados Unidos podría facilitar a Obama una tarea sobre un tema central: las negociaciones el Acuerdo Estratégico TransPacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), que comprende a 12 países, entre ellos EEEUU y Japón, pero no a China.

La Casa Blanca afirmó que a pesar de los recientes avances no se debe esperar un anuncio oficial durante este viaje, pero podría ser una ocasión para reafirmar la voluntad en la firma del acuerdo.

La administracion Obama busca desde hace tiempo la reactivación de un «procedimiento legislativo acelerado», que le permite negociar acuerdos comerciales detalladamente en lugar de pedirle al Congreso que los apruebe en bloque. Pero este mecanismo se topará con una fuerte oposición en el campo demócrata, que teme que los acuerdos acaben con las deslocalizaciones fiscales, mientras que los republicanos, tradicionalmente más favorables al libre cambio, se muestran más abiertos a la propuesta.

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