Sin ánimos de menospreciar los logros alcanzados hasta el momento por sus buenas decisiones, tengo que reconocer que me llama a preocupación la última intervención pública del presidente Luis Abinader, precisamente, esa en la que agradeció por su triunfo electoral el pasado domingo, 19 de mayo.
Y es que, centrándome, de nuevo, en la actividad político-partidista y en la actitud que aspiro a que tengan los líderes de las organizaciones partidistas del país, debo quejarme amargamente del retroceso que podría significar hacer pública una posición de no repostularse a la presidencia en un momento tan precoz como el inmediatamente posterior a alcanzar el triunfo electoral con uno de los porcentajes más altos en la historia, según reportan los propios medios de comunicación.
Lejos de que mi queja sea una lisonja disfrazada que busca influenciar en el mandatario para que no descarte el reelegirse para un tercer periodo todavía, mi planteamiento del anuncio desatinado obedece a lo extemporáneo e inconveniente que puede resultar este aviso para el líder que plantee con anterioridad debería ser Luis Abinader a lo interno de su partido.
Las palabras de Abinader -hace apenas una semana-, fueron la “bandera verde” para que se iniciaran las especulaciones dentro y fuera del Partido Revolucionario Moderno (PRM) de quién debería ser el sucesor de la “ñoña” una vez el mandatario abandone el Palacio.
Desde su fundación en el 2014, hasta la fecha, el PRM ha sabido sortear -con luces y sombras- los conflictos y desacuerdos internos, y sobreponerse a las crisis generadas por la ambición de algunos y el “quítate tú pa´ ponerme yo” que impera en estas organizaciones ¡En todas! Esto gracias a que había una meta conjunta mayor, primero la obtención del poder y segundo (2020-2024) la obtención y retención del poder absoluto, algo que a le fecha se logró.
Sin embargo, el PRM, para el 2028 tendrá ocho años en el poder, lo que puede jugarle en contra y ocasionar un estancamiento como partido político. Situación cuya respuesta lógica es mantener la frescura de cara al electorado, ergo, la estrategia más básica y práctica es presentar un nuevo candidato y “lavar” así la cara del partido ante los votantes. Pero, ¿cuál será ese candidato? Es la pregunta del millón, y que desatinadamente -repito- colocó el tema muy temprano en la psique de los perremeistas.
Esta es una situación que se debe abordar con cautela y escoger sabiamente al sucesor. Desde ya, son demasiados los que han alzado la mano y no todos pasarán todos los filtros a los que debe ser sometido el próximo candidato o candidata.
Aún hay muchos temas que tratar a lo interno del partido y demasiados escenarios que definir, y esto se habría podido hacer sabiamente, de manera pausada y concienzuda si el propio mandatario no hubiera agitado el avispero. Los tiburones atacan cuando huelen la sangre en el agua, y no hablo de tiburones ni de un solo mar.
Uno de los asuntos más importantes a tratar a lo interno del partido es el descontento que aún permanece entre algunos de sus dirigentes y una buena parte de la base que mantiene su desaprobación con los acuerdos establecidos con otros partidos minoritarios que han significado la prioridad para dar entrada al tren gubernamental a gente que no es del partido.
Es decir, la dirigencia del PRM no puede dormirse en sus laureles y reconquistar a esa masa militante que no se siente tan escuchada por la cúpula de su partido -ese es otro error que el PRM no puede darse el lujo de cometer- ya que sin importar quien sea el candidato, a la corta o a la larga, si no cuenta con el apoyo de su militancia no habrá votos que lo mantenga en el poder.
Se dice que nadie puede aprender en cabeza de otro, pero es de necios conocer la historia y repetir los errores, en estos momentos el PRM puede aprender mucho de su principal oposición solo viendo los escenarios político-partidista que se desarrollan en el PLD y la Fuerza del Pueblo, auscultar sus realidades desde el análisis político le brindará las claves para saber por qué la ciudadanía los ha rechazado por dos periodos consecutivos, pero más importante aún, si mantienen la introspección continua y consciente no perderán de vista el porqué han sido favorecidos por dos periodos consecutivos con la elección de la gente.
Es importante que el PRM, como partido, mantenga vigente esas cualidades que lo separan de su antigua casa el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Creo poder afirmar, sin temor a equivocarme, que todos estamos de acuerdo en que una de las conquistas del partido de gobierno fue, precisamente, demostrar que dejó atrás los conflictos, los desacuerdos, el hambre, el tigueraje, los maletines, los pleitos y episodios de mal gusto que tanto se le criticó a partido blanco en su momento.
El éxito de un partido siempre será poder mantener un frente unido ante el público en general y mantener la frescura en sus rostros y en su cerebro, sino que, le pregunten al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con sus años de gobierno ininterrumpido y las dos claves de su resquebrajamiento actual.
En síntesis, es muy temprano para hablar de modificación a la constitución y sucesores en el poder. No conviene sumir al partido en una crisis de ego y posiciones en este momento porque le traerá ruido innecesario a la única entidad partidista que ha mostrado estabilidad en los últimos años, frenará su crecimiento y desarrollo y creará la percepción de que las autoridades del PRM no tienen una línea que seguir ni el control de la situación interna.
Al final, el país aspira a la estabilidad y el desarrollo y ese es el compromiso que tiene Abinader tanto en su función como presidente como en su función de líder y cabeza del Partido Revolucionario Moderno (PRM) para los próximos cuatro años en la República Dominicana. Ese debe ser su papel en el juego.