Un deslinde necesario

Un deslinde necesario

Se amplía la resistencia contra el actual estado de cosas, a pesar de las formas abiertas y sutiles de  presión, represión y chantaje que desde diversas instancias del presente gobierno se mantiene contra todo aquel de alguna manera se le oponga o combata, a pesar del uso indiscriminado del recurso a cooptación y/o compra de conciencia  de individuos de diversas condiciones sociales o profesionales.

En esta resistencia participan una significativa cantidad de sectores, lo cual tiende a ser percibido como algo bueno. Además de la cantidad, es importante  destacar la coincidencia de todos en la condena del actual estado de cosas, sin embargo, a pesar de esa aparente coincidencia entre esos sectores existen ocultan irreductibles diferencias.

Por ejemplo, en la lucha por la defensa de los recursos naturales es frecuente ver a sectores de izquierda andar de la mano con sectores que en nombre de un supuesto nacionalismo a través de diversos medios de comunicación vierten diariamente el veneno de la xenofobia, una variante del racismo, para crear un discurso político falsamente alternativo, detrás del cual hacen manifiesto los más odiosos prejuicios sociales: la exclusión de los sectores más pobres y desvalidos  de la sociedad.

Esta circunstancia no ha de sorprender. Varios sectores de izquierda, en cuestiones importantes de algunos derechos fundamentales del ser humano, a penas se diferencian de la derecha y en algunos casos hasta coinciden con la derecha fascista. Este hecho se ha producido en varios países, algunos de vieja tradición democrática, que al igual que nuestro, tienen ante sí el complejo problema de las migraciones provenientes de países pobres o extremamente pobres, como Haití en nuestro caso.

Aquí se agrava esta circunstancia porque además de este hecho, tenemos una capa media significativamente extendida, la cual, a pesar de sus quejas, ha sido ampliamente más beneficiada por determinadas políticas estatales de construcción de viviendas y de infraestructuras que los sectores bajos de esta sociedad, sobre todo en algunas zonas de Santo Domingo, Santiago y el Este, algo que en gran medida explica el porqué allí la población tienda a votar por las opciones más conservadoras.

Por eso, como en sus países de origen, algunos asesores extranjeros de determinados candidatos de los partidos mayoritarios, aconsejan un discurso de campaña dirigido hacia las capas medias, azuzándoles el miedo sobre el futuro y ofreciéndoles seguridad contra el “peligros” que  “ellos”, los “diferentes” significan para el país.

El discurso es simple pero efectivo, se centra en el “nosotros”, los que “sí pertenecemos a la nación”.

En una sociedad con un sistema político que se reproduce a través de la corrupción, con inseguridad ciudadana y social, con una migración descontrolada y fuente de enriquecimiento de unos pocos, aprovechando el descontento que esto genera, a la derecha política le es más fácil construir su discurso político, lo cual justifica el temor de muchos sobre nuestro futuro.

En tal sentido, en el proceso de las demandas debe establecerse un discurso político de claro deslinde entre quienes sí presentan alternativas sustanciales al sistema y quienes pescan en río revuelto.

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