Ocho años después de la muerte del líder palestino Yasser Arafat, todavía sigue siendo una figura imponente en la sociedad palestina. Y no ha desaparecido del todo.
Imagínense esta escena: ustedes acaban de ir a su mercado local de frutas y verduras para comprar un paquete de papas, posiblemente un pimentón y un par de cebollas.
Lenín (el imitador), arrestado en la Plaza Roja La más parecida a Lady Gaga es una chilena Charles Chaplin sigue vivo en India Ya están soñando con el picadillo de carne que van a preparar más tarde.
Y, de repente, detrás un montón de melocotones, aparece nada más y nada menos que Yasser Arafat.
Engalanado con su uniforme militar verde y su tradicional pañoleta de cuadros blancos y negros, Arafat deambula entre las multitudes y se detiene ocasionalmente para admirar los tomates cherry o un melón provocativo.
«Dos por cinco, Abu Ammar», le grita de pronto un comerciante.
Él utiliza el nombre por que el icono palestino es conocido acá de manera cariñosa.
Abu Ammar responde con un gesto de victoria y una sonrisa dientona, antes de pasar cerca de los repollos y calabacines para darse un apretón de manos con los compradores.
Pequeña celebridad
Y solo para que quedemos claros: esto fue hace apenas unos días, en Ramala, Cisjordania.
Entonces antes de que los amantes de las teorías de la conspiración empiecen a ponerse nerviosos -y ya habrá tiempo de sobra para eso más adelante- este hombre obviamente no es Yasser Arafat, quien regresó de entre los muertos.
Se trata, más bien, de Salem Smeirat, una pequeña celebridad por ser el hombre que muchos consideran es la mejor imitación de Arafat en Cisjordania.
Y se parece: tiene la misma nariz aguileña, los mismos labios, el brillo en los ojos.
A Salem se le puede encontrar con frecuencia en festivales palestinos con las multitudes, pero en esta ocasión le propuse que nos encontráramos en el mercado.
El doble de Arafat
Salem Smeirat (arriba, a la derecha) tiene 59 años y seis hijos. Comenzó a trabajar como imitador en 2004 y frecuentemente es contratado para aparecer como Yasser Arafat (a la izquierda) en matrimonios y cumpleaños. Antes de eso trabajó como comerciante en el mercado y como pintor. Vive en Ramala, una ciudad palestina al norte de Jerusalén. Me interesa saber qué piensa Salem de los planes actuales para sacar al verdadero Arafat de su tumba.
La Autoridad Palestina dice que planea exhumar el cuerpo en Ramala para investigar si fue asesinado, luego de que un documental de televisión reavivó las acusaciones de que Arafat fue envenenado al utilizar específicamente el elemento radiactivo polonio.
Tal vez curiosamente, las nuevas acusaciones no generaron mayor revuelo entre los palestinos.
Muchos consideran que es un hecho no comprobado que su líder no murió de causas naturales, envenenado por Israel con ayuda de alguien dentro del círculo más cercano de Arafat.
«No es un secreto que Israel trató de matarme en muchas ocasiones», dice Salem apenado mientras vuelve a asumir su personaje.
El gobierno israelí siempre ha negado las acusaciones de envenenamiento. Y es difícil imaginarse que concluyan las discusiones sobre el tema, sin importar el resultado de las más recientes investigaciones.
Héroe o villano
Como ocurre con frecuencia, sospecho que los palestinos y los israelíes se mantendrán en sus posiciones.
Pero también me causa curiosidad saber qué piensan los palestinos de Arafat ahora, ocho años después de su muerte.
Salem, como podrán imaginarse, fue enfático.
«Todos quieren a Yasser Arafat», declara mientras se señala al pecho.
Y es cierto que uno encuentra pocos palestinos que hablen mal de su antiguo líder, al menos públicamente.
Para la mayoría de israelíes, Arafat fue un terrorista que se volvió un socio poco confiable con miras a la paz.
Yasser Arafat murió en 2004, pero muchos palestinos lo consideran todavía un héroe.
Pero para la mayoría de los palestinos -al menos en Cisjordania- él sigue siendo un héroe, una persona que luchó por la libertad y contra la ocupación israelí, además de ser una figura unificadora.
«Fue un padre para nosotros. El padre de los palestinos», dice Mansour Tahboub mientras me muestra la colección de archivo de Yasser Arafat, en Ramala.
Pero a medida que miramos fotos viejas de Abu Ammar en su juventud, le pregunto a Mansour por las acusaciones de corrupción.
«Mire», me comenta. «Usted ama y respeta a su padre, pero él no es perfecto. Él comete errores, pero usted igual lo ama».
El original y la copia
De puertas para adentro, una buena cantidad palestinos son mucho más críticos sobre los sobornos y el clientelismo durante el liderazgo de Arafat. Y, públicamente, hay muy pocas personas que desafían su legado.
«Fue como un rey, un jeque, con todo el poder en las manos de un solo hombre», dice Hazem, un joven activista político.
Cuando le pregunto cómo le podría haber ido a Arafat en la llamada Primavera Árabe, Hazem no llega hasta el punto de llamar a su antiguo líder un dictador.
Dice que las personas amaban a Arafat, pero que era un administrador terrible y que los palestinos aún se están recuperando del sistema que él creó.
Pero de pronto el legado más duradero de Arafat es que, en términos de apoyo popular, los palestinos nunca han podido reemplazarlo.
Alrededor de Cisjordania se ven grafitti y murales que conmemoran a Abu Ammar, pero no se ven muchos sobre Abu Mazen, el actual presidente palestino Mahmoud Abbas.
Los palestinos tienen a un imitador de Arafat, pero para muchos el original sigue siendo irremplazable.