Un día con los ancianos

Un día con los ancianos

LUIS ACOSTA MORETA
Da la impresión, al tratar con los ancianos, de que nos encontramos frente a unos seres que han sido vencidos por el tiempo, cuando en realidad ellos son los vencedores del tiempo. «En el pasado se tenía un gran respeto por los ancianos. En el presente la tendencia es al desprecio por este ser que se mira y se le tiene, erróneamente como un obstáculo.»

Motivado por un comentario de una de las señoras que se benefician del plan social alimentario que ejecuta la DGDC, al decirme que para ella era más importante el trayecto de Guachupita hasta las oficinas nuestras que la ración alimenticia que recibe. Doña Florentina, de unos 80 años, atrapada en el cerco de la pobreza extrema, sin ninguna posibilidad de disfrutar de un paseo, ya que las horas y los días le pasaban y le pasan en una lucha titánica para conseguir lo mínimo para poder sobrevivir, ella y su familia.

En medio de una sociedad agitada, acelerada, e imbuida en grandes avances científicos y tecnológicos, propio de la modernidad, que piensa y actúa, en función al mercado, al consumo. Una sociedad que mide y valora a sus seres humanos en función a la utilidad y al rendimiento cuantitativo, decidí como Director General de Desarrollo de la Comunidad, dedicar espacio y tiempo a ese ser humano que pasó la barrera de los 70 años de edad, que es doblemente marginado; primero, porque es pobre y segundo, porque es anciano.

En medio de una sociedad donde la tendencia es a que los jóvenes interactúen lo menos posible con sus abuelos, la Toyota como la Toshiba ya tienen diseñado un robot, bajo el título de: Robot que servirá de apoyo a los niños y a los ancianos. En la práctica lo que se busca es encontrar a alguien que atienda a los niños y a los ancianos. Desgraciadamente no es alguien sino algo, ya que un robot, no podrá dar lo más esencial que necesita un ser humano, y de manera particular el anciano, como lo es el cariño de sus seres más cercanos.

Por eso al celebrarse el día de las madres, acompañado con todo un equipo de Dirección General de Desarrollo de la Comunidad, nos pasamos todo un día desde las 9:00 a.m. hasta las 5:00 p.m. con cien personas cuya edad oscilaba entre los sesenta y noventa y nueve años. Ciertamente una experiencia inolvidable para nosotros. De estas personas mayores de edad aprendimos muchísimo y sacamos grandes conclusiones. Entre esas conclusiones están:

1) Que a pesar de su edad ellos (los ancianos) sienten el deseo del disfrute de actividades que sean cónsonas con su realidad. 2. Que ellos necesitan como seres humanos que se le dedique tiempo; 3) Que ellos son depositarios de la memoria colectiva; 4) Que a pesar de su edad, no han perdido el sentido del humor; 5) Que son un libro viviente que no debiéramos desperdiciar, etc.

Aprender a encontrar en toda persona mayor de edad, esa fuente de experiencia. Toda una vida de vivencias. Experiencias positivas y negativas que le permiten mirar más alla de la curva. El anciano es un triunfador, es una vencedor del tiempo.

Boca Chica y Juan Dolio se convirtieron en escenarios de esos cien ancianos, que brincaban, jugaban y bailaban como si fueran niños. Ellos nos demostraron en tan solo un día, con poco recursos económicos, logísticos y humano, se puede hacer mucho en beneficio de tantas personas que no han tenido la oportunidades, ni siquiera de conocer su país.

Si en la arquitectura y la decoración moderna los objetos, sean cuadros, esculturas, muebles antiguos, se valoran tanto, cuánto más debe valorarse a una persona antigua, anciana.

La experiencia fue tan rica, que la vamos asumir como buena y válida para otros barrios pobres tanto del Distrito Nacional como de la provincia Santo Domingo. Se hará una vez por mes. Ojalá encontráramos recursos suficientes para hacerlo a nivel nacional.

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