Un dilema sobre las males artes

Un dilema sobre las males artes

Los recursos de impugnación por alegadas irregularidades o “mañoserías” que provienen de peledeístas y aliados son numéricamente tan signficatativos como los de la oposición. Incluso se revela una pugnacidad de  recíprocas denuncias sobre malas artes entre gente de un mismo signo partidario. Es como decir que los propósitos de trucaje no estuvieron en monopolio.

Que los ánimos de engañar se manifestaron por todas partes. Además el uso de los recursos del poder obtuvo éxitos pero también significativos fracasos. Sued perdió con todo y la ayuda de Leonel. Leddys Vásquez perdió a pesar del derroche de medios para recoger la basura que empleó en Santo Domingo Norte en post de la sindicatura contra un triunfador oponente del PRD.

Es injusto que los políticos se pronuncien tan unidireccionalmente acusándose mutuamente de jugar sucio y que luego pretendan trasladar sus denuncias de sordideces a los organismos que rigieron el proceso. Se olvidan de que finalmente, todavía predomina en el común de los ciudadanos   la impresión de que la Junta y diversos organismos de la sociedad civil actúan con más equidad y desinterés que los partidos, comenzando porque su objetivo no es conquistar ese botín que llaman Estado. ¡No juegues Magino! Parece que ya está bueno de querer culpar a otros de los propios fracasos.

Por Haití, lo más que se pueda

El Gobierno Dominicano está a la vanguardia de los esfuerzos internacionales para acrecentar la asistencia a nuestra  vecina república, desastrosamente afectada por el terremoto de enero. Respaldemos con ahínco esta gestión. En verdad, más allá del desastre del terremoto el país dominicano es testigo de que se recrudece  la presencia de los inmigrantes que libremente llegan desde más allá del río Masacre.

Llama  la atención que inmigrantes haitianos aparezcan en mayor número que antes en roles y urbanos y rurales. Se produce en estos momentos una proliferación de estos extranjeros en una amplia diversidad de comercios callejeros y en la mendicidad que se expone con niños y mujeres en muchas esquinas. Los haitianos abundan, y a veces hasta predominan,  como mano de obra  en la construcción y como distribuidores ambulantes de frutas y víveres. Están en la base misma de nuestro crecimiento demográfico. ¿En qué pararemos?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas