Con abundancia de detalles sobre su gestión de poco más de dos años, lapso insuficiente desde cualquier punto de vista para que fuera posible presentar a un país como demasiado diferente al hallado, el discurso de presentación de las memorias del presidente Luis Abinader describió con énfasis a una República Dominicana colocada en una diversidad importante de tareas y rectificaciones orientadas a superar males heredados de anteriores gestiones y empeorados por una emergencia de orden sanitario sin precedentes seguida por un planetario colapso de producción y comercio a causa de la guerra de Ucrania.
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Su extensa comparecencia, de la que tenían que escapar aspectos incluso importantes por razones de tiempo, puso énfasis en balances indicadores de que los dominicanos, con el Gobierno a la cabeza, han sido un ejemplo de resiliencia, que manejaron ejemplarmente la pandemia y relanzaron la economía con el turismo superando impresionantemente los efectos del desastre global por coronavirus. Todavía hoy, cuando el caos logístico parece retroceder sin que desaparezcan augurios de retorno a calamidades hemisféricas, en el país predominan la estabilidad y la confianza auspiciadoras de inversiones locales y extranjeras y la moneda nacional se aprecia en contraste con otros medios de cambio. Los desafíos permanecen sin ser suficientes para amilanar a la nación llamada por el Presidente a concurrir a un gran pacto para hacer frente la situación de Haití que pone en riesgo la integridad nacional.