Un discurso bikini

Un discurso bikini

La alocución que dirigió al país la pasada semana el presidente Danilo Medina parece no haber tomado en cuenta que Leonel Fernández desperdició toda la credibilidad que el Partido de la Liberación Dominicana pudo haber tenido.

Bien merecería ese mensaje presidencial la denominación de “Discurso Bikini”, porque mostró mucho, pero ocultó lo más importante. Los planteamientos fueron expresados en futuro, como si el pasado y el presente no existieran. Todo fue profundizará, hará, empezarán, otorgará, incorporará, entregará. Pero eso no basta. La credibilidad gubernamental anda rondando los mismos niveles del déficit fiscal.

Como de costumbre, hizo muchas promesas en busca de creyentes fieles que las respalden. Sin embargo, Medina no ofreció garantía alguna de cumplimiento que pudiera tranquilizar a los dominicanos. Sus ligeros cambios de maquillaje y bisutería no cuentan para sugerir cambios profundos que amainen la crisis. Menos aún cuando el discurso viene mientras el gobierno todavía está regido por la mayoría de los funcionarios de antes.

Equivocados nosotros si llegáramos a confiar que, por el hecho de haber sido Danilo una víctima de Leonel en 2008, gobernaría de manera diferente. Equivocados también aquellos que pudieran creer que Danilo es un títere de Leonel y su banda. El actual Presidente fue parte importante en la concepción original del estilo de gobierno que hemos sufrido los ocho años recientes hasta crear esta enorme crisis. Ha formado parte, hasta cierto punto, del grupo que diseñó esas políticas y las puso en práctica para llegar hasta el asco de hoy en día. No hay que olvidar que el actual Mandatario fue el personaje más influyente, segundo sólo de Leonel Fernández, y debió estar mínimamente enterado de los manejos extracurriculares que allí se producían. Eso nadie puede negarlo.

Esta “víctima” de Leonel se presenta como el predestinado que salvará al país de una crisis que, aparentemente, cayó del cielo, por lo que nadie es responsable. ¡Cuán parecida es esta línea de análisis a la de los estadounidenses cuando conmemoran los lanzamientos de bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki! Los gringos siempre olvidan, incluso en los libros de historia, que quien dio la nefasta orden para ese genocidio fue el presidente Harry Truman. Aquí, Medina también olvida en su discurso bikini quien encabezó la gestión de nuestro desastre moral y financiero.

Danilo ha sido proyectado por sus patrocinadores como un político honesto, hasta donde pueden serlo los peledeístas que olvidaron las prédicas morales de Juan Bosch. ¿Cómo podría Danilo convencernos de que su gobierno tendrá un manejo honesto si nos encasquetan un montón de impuestos sin hablar siquiera de reducir el despilfarro? El Presidente parece que todavía no ha descubierto que lo que siempre se le pidió a Leonel fue que no violara las leyes y que respetara la Constitución de la República. Querían llevarlo a su propia legalidad, como pedía Bosch a Balaguer. Apenas rogaban que cumpliera con el juramento que hizo cada vez que tomó posesión de la Presidencia. Pero la arrogancia nunca hizo caso.

Y si otra cosa se le pidió fue que no manipulara tanto las verdades y las cifras estadísticas. El control de los medios de comunicación y el soborno a miles de mercenarios de la comunicación han conducido a los peledeístas a solazarse creyendo sus propias mentiras. ¿Es malo hablar la verdad? ¿Es dañino que se exija con firmeza el cumplimiento de las leyes? Debe haber psiquiatras en el PLD capaces de diagnosticar el síndrome Pinocho que tantos funcionarios sufren a niveles críticos.

Danilo se incrimina al pedir que se olvide el pasado reciente cuando se cometieron los desfalcos descomunales que padecemos. ¿Hasta cuándo debemos borrar nuestras respectivas memorias? Ojalá no les dé por olvidar los desmanes de Trujillo como lo han hecho con Balaguer al fundirse orgánicamente con los principales autores intelectuales de aquellas perversidades.

El gobierno que ahora empieza debía tratar de ganar alguna credibilidad divulgando, y no encubriendo, como un bikini, las manipulaciones de sus antecesores. El estado de negación total ante el evidente colapso financiero no deja margen para olvidar a los causantes del desastre. Más bien, ayudaría a cumplir lo establecido en las leyes. Aclaro, todas las leyes, no sólo las que convengan a los funcionarios.

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