Ciertamente, una buena parte de la opinión pública nacional deseaba que en su muy esperada alocución del pasado miércoles el presidente Danilo Medina abordara el espinoso tema haitiano, con motivo del vencimiento del programa de regularización, pero el jefe del Estado dominicano afirmó, después de ese discurso, de manera tajante, categórica y responsable, que ese caso estaba cerrado.

La intervención de Danilo fue sincera, pero fundamentalmente esperanzadora y didáctica como afirmara el portavoz del Gobierno, Lic. Roberto Rodríguez Marchena, pues para justificar su repostulación el líder y estadista criollo se fundamentó en la alta tasa de aprobación de su gestión gubernamental y en la necesidad de profundizar los avances y conquistas en el orden social y económico, una realidad que hay que reconocer.

Para nadie es un secreto que la elevada popularidad de Danilo, además de su estilo de acercamiento a la población, es el resultado de una serie de éxitos en programas como las visitas sorpresa que le han devuelto la fe y la confianza a los sectores productivos del campo; las inauguraciones de millares de aulas escolares y la aplicación de la llamada tanda extendida; el 9-1-1 que ha salvado muchas vidas y le ha prestado atenciones de emergencia a decenas de miles; las estancias infantiles, los grandes proyectos viales como la Circunvalación de Santo Domingo, y habitacionales como la Ciudad Juan Bosch y La Barquita en proceso de construcción.

Compartimos el criterio de un distinguido y destacado empresario dominicano de origen español, en el sentido de que el presidente Medina se ha ganado por su buena obra de gobierno el derecho a optar por la reelección, siempre y cuando reciba el apoyo mayoritario del pueblo.

Tras despejar cualquier tipo de duda con relación a su decisión de competir en buena lid por la carrera presidencial en las próximas elecciones, y como se da como un hecho que su partido el de la Liberación Dominicana y muchos otros, incluyendo el PRD lo llevarían en su boleta, el Lic. Medina se encamina hacia un éxito rotundo en el plano electoral, que ojalá no sea empañado por el uso indiscriminado de los recursos del Estado.