Un dólar fuerte pasa factura a las demás monedas

Un dólar fuerte pasa factura a las demás monedas

El dólar se fortalece con relación a prácticamente todas las monedas del mundo, empujado por el sostenido crecimiento económico y baja inflación en Estados Unidos. Nuestro peso se mantiene estable por las mismas razones, proceso que no ha sido automático, hace tiempo que la teoría pasó a mejor vida, a pesar de que por aquí algunos todavía creen en ella.
Ha sido clave la política intervenir el mercado. En ocasiones, para evitar apreciaciones de la tasa de cambio, que hubiesen reducido las actividades económicas, el balance positivo de la cuenta de capital y empeorado el déficit de la cuenta corriente. Y en otras, para no permitir devaluaciones indeseadas del peso, por burbujas especulativas y/o excesos de demandas de dólares por diferentes motivos, que hubiesen impactado negativamente el presupuesto de familias, empresas y Gobierno.
Sin duda, el balance neto de las intervenciones fue para evitar apreciaciones de la tasa de cambio, fue lo que permitió acumular Reservas Internacionales Netas por el monto de récord de US$6,299.1 millones a febrero 2017. De haber sido para evitar devaluaciones excesivas, el resultado hubiese sido des-acumulación de reservas.
Ahora tenemos liquidez para detener excesos de compras de dólares, como el observado en las últimas semanas, explicado, principalmente, por la apreciación de la divisa en el mercado internacional. Que podría acelerarse con el aumento de los tipos y la incertidumbre que inyecta la imprecisa política económica de Trump. Panorama que en América Latina produce dolor de cabeza, con monedas navegando en turbulencias, algunas depreciándose al ritmo que se aprecia el dólar.
Y que correctamente evita el Banco Central cuando vende US$275 millones, la mayor parte (US$200 millones) para compras por ventanillas y el resto (US$75 millones) para que los bancos comerciales atiendan compras anticipadas de comerciantes nerviosos por la apreciación del dólar.
La intervención, que implica mayor flexibilización, debe eliminar el exceso de compras que se acumuló, porque como escribí la semana pasada, no se produjo por escasez de la moneda. Cité como evidencia el resultado neto de compras menos ventas de los intermediarios cambiarios en los primeros dos meses del año, que arrojó un sobrante acumulado de $209.3 millones de dólares. El mayor volumen de dólares ofertado sobre las compras, debió convertirse en presión para que bajara el tipo de cambio.
Pero sucedió lo contrario, demostrando la influencia que tienen en la demanda y precio de la divisa en nuestro mercado, la apreciación del dólar y el ambiente político externo. La tasa de cambio se depreció 1.38%, el dólar se cambiaba por $46.71 pesos a final de 2016 y $47.35 pesos el pasado viernes. Otra evidencia, en los mismos meses de 2016, menor fue la depreciación, de 0.58%. Como los fundamentos económicos no han cambiado, la diferencia nos dice que la tasa de cambio ya tiene asimilado la mayor parte del efecto corrección del dólar en el mercado internacional.
Pero cuidado, hay que mantenerse como la guinea tuerta, el endurecimiento lento y progresivo de la política monetaria en Estados Unidos y en la Europa del Euro, podrían pasarnos una costosa factura en términos de menor crecimiento del PIB y depreciación del peso, si no continuamos con intervenciones oportunas.

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