Un efectivo golpe a la insólita falta de control sobre presidiarios

Un efectivo golpe a la insólita falta de control sobre presidiarios

Un efectivo golpe a la insólita falta de control sobre presidiarios. Muchos de los privados de libertad, oh ironía, del centro de reclusión La Victoria podían moverse a sus anchas para disponer de cuantos objetos les permitieran hacerse de dinero, poseer recursos de comunicación modernos que comercializaban hacia el entorno, incurrir en ilicitudes de consumos, y dirigir desde sus “celdas” encierros con aire acondicionado operaciones criminales para fuera de las rejas.

No venía existiendo un auténtico ejercicio de autoridad que, seguramente, desde mucho tiempo antes resultaron sustituidos por los contubernios y complicidades y nunca antes se buscaron las raíces de esta total descomposición para suprimirlas.

Lo que venía originándose es un gigantesco hacinamiento de hombres en espacios de aguda escasez de suministros esenciales para la higiene, la alimentación, el sueño, la distracción sana y el aprendizaje siquiera de oficios menores para el regreso a la sociedad. Han reinado las condiciones para que prosperaran los prácticas que hacen provecho de la falta de disciplina interna y de aplicación de idóneas normas carcelarias. La ley del más fuerte encontró terreno abonado.

Las bandas formadas por individuos curtidos en el crimen y en sorprendente manejo de armas prohibidas que escapaban a registros confirman la ausencia de un correcto manejo de la población penal, convertida entonces en fuente de mayores perjuicios, dentro y fuera del recinto intervenido, faltando verificar otros de parecidos perfiles.

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