Un ejemplo para nuestra juventud

Un ejemplo para nuestra juventud

WELLINGTON ASCANIO PETERSON
Amaury, Virgilio, la Chuta, Ulises: Combatientes del pueblo caídos «en una acción heroica sin límites», «arquitectos del futuro que anhelamos, semillas de una planta que reverdece cada día, cada hora, cada minuto, son sencillamente, la primavera de la vida convertida en acción y esperanza»: Así expresaron entonces su dolor y admiración sus compañeros, sus amigos….y así los lloró el pueblo. Han pasado 34 años. Estos queridos compañeros con un ideal de patria redimida, de lucha sin limites mediáticas, sin confabulaciones, sin adocenamientos… Ofrendaron sus vidas para nunca morir.

¿Cómo podría ser en vano su lucha?

¿Cómo podría su recuerdo no estar siempre presente?

Los sueños de los héroes no mueren con ellos, viven para la posteridad, otros hombres y mujeres deben conducirlo hasta el final y más allá.

¿Qué virtud predominó en su oficio de revolucionario?

Es el ideal de una sociedad más justa y humana, de equidad, de derechos.

Nuestro pueblo debe crecer con el ejemplo de nuestros héroes, con la fortaleza de su pensamiento, la voluntad y el coraje que los hizo entregar sus vidas a la patria, sin esperar más tributos que el reconocimiento del deber cumplido.

Pero este reconocimiento de Patria agradecida se debe expresar en la conciencia de cada uno de nosotros en cada uno de nuestro accionar cotidiano.

El ideario de Amaury, Virgilio, la Chuta, Ulises, representaba un proyecto de país, un profundo y añorado plan de cambios, de eliminar la pobreza, de libertades, de igualdad de derechos de educación, de cultura, de llevar a este país rico, pero sumido en la pobreza, a un país diferente, moderno, técnico, libre, próspero, soberano.

Entregar la vida por la patria no es una acción sin sentido, se tienen en la mente las realidades motoras que nos llevan a luchar para cambiar la sociedad, para transformar la sociedad de injusticias por una distinta, nueva en la que se pueda construir un hombre y una mujer nuevos, forjados en la lucha, en la educación, en la cultura, de cara al sol, pero siempre de cara a la realidad partiendo de nuestras condiciones particulares y concretas.

Encontrar el camino y luego construir esta sociedad nueva no es tarea fácil, es tarea de todos los días, en la marcha hemos aprendido de las enseñanzas, de las experiencias propias y de la de nuestros compañeros, de las realidades, que hay que marchar sabiendo coordinar el paso, a veces al paso del guerrillero en la columna que se desplaza, que es la referencia del que camina más lento, pero que también tenemos que saber cuándo hay que acelerar para no convertirnos en rémora del tiempo, en trabas a la realidad.

La sociedad ideal siempre deberá ser la sociedad que se fragua en la lucha de todos los días y es aquí donde siempre estarán presentes los compañeros que lucharon y ofrendaron sus vidas, en el decoro que los caracterizó, en la dignidad de sus actos, en el amor por los demás, en su consigna de siempre crecer, de las estrellas en la frente, alumbrando el presente pero siempre hacia el futuro.

Amaury, Virgilio, La Chuta, Ulises, eran extremadamente jóvenes, su ideal fue por todos pero particularmente es un legado de jóvenes para los jóvenes a no cesar en su crecimiento, a superarse permanentemente, a crecer sanos de cuerpo y de mente, sin delinquir, sin drogas, sin vicios de ningún tipo, una juventud capaz de ponerse al frente de este momento histórico que vivimos y empujar la rueda de la lucha por el progreso, la organización, la disciplina, la modernización, la democratización de una sociedad que debe ser más participativa, con instituciones sanas y fuertes que nos defiendan y que nos representen.

La fuerza de un ideal está dada en la objetividad real de materializarse.

Todo el que triunfa ha partido de la realidad objetiva, aunque no siempre se llega en línea recta, el camino está lleno de obstáculos y tenemos que saber sortearlos. Esta es nuestra gran enseñanza histórica. Que no se pierda la candidez de la juventud pero que se mantenga la visión del Aguila.

Cada momento histórico tiene sus enseñanzas, saber interpretarlo es nuestro deber, hay que evitar que las hojas no dejen ver el bosque.

Hoy a la memoria de nuestros compañeros caídos quisiéramos que esa memoria fuese cultivada por una vigilia permanente del quehacer social, político y económico. De lucha contra la corrupción en todas sus vertientes, como el enemigo número uno de la sociedad dominicana, como la causa principal de todos nuestros males.

Abrir un amplio frente contra la delincuencia y la droga, contra la criminalidad en general, como nuestros compañeros lo hubiesen querido, hacer de este país un ejemplo del Caribe y del mundo, seguro, progresista, vanguardia de las lides económicas y sociales más avanzadas y modernas.

El momento histórico que nos tocó vivir al fin de la dictadura trujillista, nos encontró con una conciencia de esperanzas, sedientos de justicia y fe en el futuro, pero sin las experiencias y los instrumentos políticos necesarios al proceso tumultuoso y complicado que nos deparaba la importancia geopolítica de una media isla en un mundo envuelto en la guerra fría y en medio de la cual nuestra sociedad siempre fue víctima de múltiples jirones de entrelazados intereses apátridas en incansable actividad conspirativa. Y así tuvimos que luchar sin evadir el reto; en Abril del 65 todos estábamos en la más tierna juventud.

Tuvimos que afrontar la más bárbara y cruel oposición a los anhelos de libertad y justicia de los dominicanos, sobre todo los más pobres y los siempre olvidados, y apuntamos ahora con la sapiencia que nos da el tiempo, que fue una amarga y traumática lucha que nos afectó a todos a los de arriba y a los de abajo. Esos años de luchas sirvieron para sembrar ideales de esperanzas, para enaltecer valores y principios, para dejar el sello de la dignidad de los dominicanos de manera imborrable, para que nadie se llevara a engaños, ni los de mezquina y miope visión de intereses materiales de nuestras clases acomodadas, ni las de afuera siempre brutalmente maquinando contra nuestros intereses soberanos.

Amaury, Virgilio, la Chuta, Ulises, representaron en aquella acción del 12 de Enero de 1972 la calidad ideológica y la conciencia de la juventud dominicana, cultivada con el quehacer patriótico de nuestros próceres, de nuestros héroes históricos de la experiencia universal de grandes hombres y mujeres que aportaron sus conocimientos para desentrañar y adelantar las luchas de nuestros pueblos en contra de nuestros grandes males.

Nuestro compromiso está sellado como patria agradecida a cumplir con sus anhelos y a honrar su memoria, y así lo haremos, ser fieles a la hermosa herencia de lucha que nos dejaron, con más fuerza ahora partiendo de nuestra realidad actual de sociedad destrozada por la corrupción, la delincuencia, la droga, el narcotráfico, el desempleo, la ignorancia, la inseguridad ciudadana, la pobreza.

Sumemos nuestras fuerzas para seguir adelante!

Amaury, Virgilio, la Chuta, Ulises, sus esfuerzos no fueron en vano, ustedes viven y vivirán siempre en el corazón y en la conciencia de lucha de nuestro pueblo.

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