Un electorado conservador

Un electorado conservador

Desde la fundación de la nación el electorado dominicano se ha caracterizado por amarrarse a los partidos y recurrir a la reelección desechando las nuevas opciones
JUAN BOLÍVAR DÍAZ
 
juanbolivar@gmail.com
Las encuestas sobre preferencias políticas indican que el electorado dominicano sigue amarrado a los tres partidos que han dominado el escenario durante casi medio siglo, tendiendo a restaurar la bipolarización y desechando nuevas opciones aún  cuando se diagnostica un fuerte descontento frente al sistema partidista. 

De ratificarse en las urnas las preferencias que marcan las encuestas por la candidatura del presidente Leonel Fernández, el electorado dominicano habrá protagonizado cinco de once reelecciones en la historia latinoamericana en las últimas cuatro décadas.

 Cuatro candidaturas alternativas vuelven a desafiar los partidos tradicionales, sin mayores perspectivas que las que en las últimas dos décadas encarnaron Roberto Saladín, Vinicio Castillo, Antonio Reynoso, César Estrella Sadhalá y Ramón Almánzar, ninguno de los cuales obtuvieron más del uno por ciento de los votos.

A la bipolarización.  Independientemente de su credibilidad, las encuestas publicadas en el actual proceso electoral ratifican la preferencia del electorado por los tres partidos que han dominado el escenario político tras la liquidación de la tiranía de Trujillo, con fuerte tendencia a la bipolarización que ha caracterizado la historia nacional.

  Esa bipolarización empezó a declinar en los comicios de 1986, cuando el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) alcanzó el tercer lugar con el 18 por ciento de los sufragios, pero en un proceso que lo llevó del 1 por ciento en 1978 al 9 por ciento en 1982, aún cuando postulaba a un líder de la categoría del profesor Juan Bosch, quien había ganado las presidenciales de 1962 con el 59 por ciento del sufragio, entonces recién regresado del exilio y encabezando el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).  Fue en las elecciones de 1990 cuando se produjo la mayor dispersión del voto en la historia  del país, cuando cuatro partidos sacaron más del 7 por ciento de la votación.  Joaquín Balaguer, caudillo del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) logró retener la presidencia, bajo fuertes cargos de fraude, con apenas el 35 por ciento del sufragio, superando al profesor Juan Bosch por el PLD, a quien se le atribuyeron 24 mil 470 votos menos, con un 33.7 por ciento.

 José Francisco Peña Gómez, entonces líder del PRD, alcanzó un 23 por ciento. Y Jacobo Majluta registró el 7 por ciento. Bosch, Peña y Majluta, del mismo origen perredeista, totalizaron casi dos tercios de los votos.  Aún cuando la bipolarización quedó triturada en 1990, se recuperó en los cuestionados comicios de 1994 cuando el PLD cayó al 13 por ciento.

En las dos vueltas de 1996, el peledeismo, entonces con el apoyo de Balaguer, compitió con el PRD hasta alcanzar la victoria en segunda vuelta 52 a 48%. En el 2000 fue la última vez que hubo un claro tripartidismo, cuando PLD y PRSC quedaron casi empatados sobre el 24 por ciento.  En lo que va del año las encuestas dejan al PRSC en un dígito, la última de ellas, la Gallup para HOY, apenas le otorgó el 4 por ciento de las preferencias, con clara tendencia a la restauración de la bipolaridad con 51 por ciento para Leonel Fernández y 37 para el perredeista Miguel Vargas Maldonado.

Recurrencia histórica.  De ratificarse en las urnas las ventajas que le otorgan las encuestas a Fernández, sería el séptimo  presidente dominicano en gobernar el país por lo menos tres veces, con la diferencia a su favor de haberlo logrado en elecciones donde ha predominado la voluntad popular, aunque esta  primera consecutiva, quedaría manchada por el amplio abuso de los recursos del Estado que caracterizan el proceso, como ha sido norma en la historia nacional del reeleccionismo.  Pedro Santana, Buenaventura Báez, Ulises Hereaux, Horacio Vásquez, Rafael Leónidas Trujillo, y  Joaquín Balaguer gobernaron  la nación en 100 de sus 164 años, la mayoría sin legitimidad democrática.

Trujillo encabeza con seis períodos en su tiranía de 31 años, aunque en dos ocasiones con presidentes títeres. Balaguer también gobernó seis períodos, con 8 años de interrupción  para un total de 22, ya que el último fue reducido a dos como transacción tras su último fraude electoral en 1994. Santana gobernó 6 veces desde la fundación de la República hasta que la anexó a España en 1861, con intervalos para un total de 11 años. Baéz durante 15 años en 5 períodos alternados entre 1849 y 1878, y Hereaux también gobernó 5 veces entre 1882 y 1899 con un intervalo de 2 años, para totalizar 14 años. Horacio Vásquez fue presidente 4 veces a principio del siglo pasado, sumando 7 años, la primera vez por sólo 3 meses, la segunda un año y la tercera, con una reelección, entre 1924 y 1930.

Decenas de mandatarios se alternaron efímeramente en el poder hasta 1930 cuando se inició la estabilidad con el reinado trujillista. Con un solo período de gobierno sólo han llegado a 4 años Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía en el período democrático iniciado en 1978, y Ramón Cáceres de 1905 a 1911.

Ningún alternativo.  Eduardo Estrella, Guillermo Moreno, Pedro de Jesús Candelier y Trajano Santana son los candidatos alternativos a los partidos tradicionales en  el actual proceso electoral, pero ninguno ha logrado más de un tres por ciento en las múltiples encuestas publicadas.

Los dos primeros con destacadas actuaciones en la vida política, habiendo sido el primero candidato presidencial del PRSC en el 2004 cuando obtuvo 8.65 por ciento de los votos.

Ahora es postulado por dos partidos emergentes, el Revolucionario Social Demócrata y el Humanista Dominicano.

Aparte de los tres mayoritarios, sólo el Partido Revolucionario Independiente, postulando a Jacobo Majluta en 1990, ha logrado un 7 por ciento en la etapa democrática iniciada en 1978, pero éste ya antes había obtenido un 39 por ciento como candidato perredeísta cuatro años antes, incluido un 5 por ciento de su grupo La Estructura.

Personalidades destacadas encarnaron opciones alternativas en casi todas las elecciones, sin haber alcanzado siquiera el uno por ciento. En 1990 Marino Vinicio Castillo (Vincho), por la Fuerza Nacional Progresista, consiguió 6 mil 63 votos (0.3 por ciento) y Roberto Saladín, por el Partido Popular Cristiano, obtuvo 4 mil 338 (0.2 por ciento).

En los comicios de 1994, el popular sacerdote Antonio Reynoso (Toño) abandonó su ministerio para postularse por el Movimiento Independencia, Unidad y Cambio y logró 22 mil 548 sufragios (0.74 por ciento) En el 2000, César Estrella Sadhalá salió prestigioso de la Junta Central Electoral para postularse por el Movimiento de Unidad e Integración Dominicana, y sólo consiguió 3 mil 897 votos (0.12 por ciento).

En el mismo año el dirigente popular Ramón Almánzar alcanzó 5 mil 961 votos equivalentes al 0.19 por ciento.

Peculiaridad dominicana

 La fidelidad a los partidos  tradicionales y la reelección son una peculiaridad dominicana en la democracia latinoamericana de los últimos 40 años, donde los golpes de Estado terminaron en la década de los ochenta. Aquí Balaguer logró reelegirse cuatro veces con una interrupción. En toda la región sólo se cuentan siete, incluyendo dos de Hugo Chávez y sendas de Alberto Fujimori en Perú, Carlos Menen, en Argentina, Henrique Cardoso y Lula da Silva en Brasil, y Alvaro Uribe en Colombia. En América Central ningún presidente ha sido reelecto en el período. Sólo nueve gobernantes han vuelto a ser electos después de abandonar el poder. Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez en Venezuela, Jean Bertrand Aristide y René Prèval en Haití, Oscar Arias en Costa Rica, Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia, Alan García en Perú, Daniel Ortega en Nicaragua y Leonel Fernández.

En Brasil, Perú, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Guatemala, han sido relegados partidos de largo dominio y grupos emergentes han alcanzado el poder. En las dos últimas elecciones de México y Costa Rica nuevos agrupamientos políticos perdieron por menos del 2 por ciento.

La fidelidad del electorado dominicano con los partidos dominantes se ha mantenido a pesar de que los estudios y encuestas diagnostican una creciente inconformidad con el sistema de partidos como en casi toda América Latina, lo que se atribuye en parte al  fuerte clientelismo predominante, además de una cultura que rinde excesivo culto a quienes alcanzan la presidencia.

Veintidós partidos estarán representados en las próximas elecciones, de los cuales quince van aliados en siete candidaturas, once de ellos con el PLD. En los comicios presidenciales del 2004 sólo dos de los partidos que concurrieron aliados a éste, el Bloque Institucional Social Demócrata y la alianza por la Democracia, aportaron más del 2 por ciento del sufragio.

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