Un emotivo reconocimiento  a madres dominicanas

Un emotivo reconocimiento  a madres dominicanas

POR ÁNGELA PEÑA
El coro de sutiles voces y los sonoros acordes de la vibrante Banda de Música de la Policía Nacional conmovieron el espíritu del engalanado público que se dio cita en el Parque Colón la noche del jueves más iluminado, para rendir tributo a las madres dominicanas en las personas de ocho mujeres meritorias que han sobresalido por sus aportes en el canto, la danza, las artes plásticas, la educación, la historia, el drama, la locución, el teatro, la actuación, la milicia.

Cadetes y policías vistieron sus lustrosas ornamentas para sintonizar con la elegancia y el exquisito porte de Elenita Santos, Mu Kien Adriana Sang, Marianela Jiménez, María Cristina Camilo, Monina Solá, la teniente coronel Teresa Maldonado, Josefina Miniño, representada por Francia García. La doctora Ligia Amada Melo viuda Cardona, también reconocida en la ocasión, se excusó.

“No hay tierra tan hermosa como la mía”, Quisqueya, llenó los aires de la histórica plaza antes de que se diera apertura oficial a la emotiva ceremonia que contó también con la presencia del Mayor General Bernardo Santana Páez, Jefe de la Policía Nacional y otros altos  militares activos y retirados.

El segundo teniente Federico Troncoso Álvarez y el asimilado Carlos Smith dirigieron la Banda y el Coro, respectivamente, del conmovedor concierto en cuyo repertorio se cantó a las madres, la Patria, el amor, la fraternidad, el sol, la creación, la luz y la dulzura.

Los bancos cotidianos y los asientos transportados fueron escasos para acoger a tantos invitados especiales y al impresionado público que colmó el lugar atraído por la tierna fiesta, cautivado por baladas, hermosas danzas, boleros, danzones, mangulinas y poemas musicalizados.

Después del Himno Nacional Dominicano, el pasodoble “Islas Canarias”, de J. M. Torraiola y el tierno himno a las madres de Ramón Emilio Jiménez y Julio Alberto Hernández iniciaron el singular concierto.

“Fraternidad”, un rítmico danzón de Rafael Ignacio, reanimó los ánimos para luego proceder a poner en manos de las escogidas los pergaminos. Algunos de sus hijos estuvieron presentes acompañándolas en el recibimiento de tan significativo galardón cuya entrega estuvo a cargo del jefe de la Policía Nacional, del coronel Demóstenes Félix Paniagua, director de la Policía Comunitaria, del coronel Benjamín Pérez Félix, reconocido oboísta de la Orquesta Sinfónica Nacional y Coordinador General Artístico de la Policía Nacional.

Damas galardonadas

Se exaltó la calidad de la producción pictórica de Marianela Jiménez. De Elenita Santos no sólo fueron celebrados sus merengues y salves sino la colaboración y el apoyo que ofreció al exilio antitrujillista en 1960. La maestría del baile y la faceta folklórica y pedagógica de Josefina Miniño, la prolífica labor de investigación histórica de Mu Kieng Sang, la profesionalidad y la versatilidad de María Cristina Camilo, que aun conserva su humor innato, sus dotes histriónicas y la voz impecable “hasta para cantar la Lotería”.

De Monina Solá, a cuyo lado estaba su hijo el Contralmirante Homero Lajara Solá, se puso de relieve la superioridad inagotable de su actuación en películas, novelas, comerciales y comedias. Doña Ligia Amada fue considera símbolo de entrega al magisterio, mientras que de la teniente coronel Teresa Maldonado se destacó la limpia hoja de servicio en casi un cuarto de siglo en la Policía, tarea que ha compartido con la educación de su prole. “Se ha distinguido como la primera mujer en competencias de tiro al blanco”, significó Félix Paniagua.

A continuación se interpretaron el Himno a las Madres, de Trina Moya de Vásquez, “Te quiero”, de Mario Benedetti, la mangulina “Amor Profundo”, de Julio Alberto Hernández; “Ella” de Luis Rivera González  y el contagioso “Compadre Pedro Juan” de Luis Alberti. La hermosa ceremonia concluyó con el Himno de la Policía Nacional compuesto por Rafael Pérez Acosta y A. Peña Peña.

Madrecita del alma

Son para cantarte, madre generosa
pálidas las voces, débil la expresión
no ha dado la tierra vida más heroica:
no eres criatura, eres creación.

El sol en tus ojos, repartido el orbe,
en las dos mitades de tu pecho en flor;
la miel de tus labios que la dicha absorbe,
la tierra en tus brazos, el cielo en tu amor.

En tus heroísmos has sacrificado,
para que nos baje del cielo la luz,
tu amoroso pecho divino, elevado,
en tus mismos abrazos abiertos en cruz.

Eres la piadosa sombra en el camino
por donde viajamos de la dicha en pos,
lucero en la noche de nuestro destino,
puente de esperanzas entre el mundo y Dios.
  

A éste himno de Jiménez y Hernández siguió la clásica Madrecita del alma querida, con arreglo de José M. Joa Castillo.

Madrecita del alma querida
en mi pecho yo llevo una flor
no te importe el color que ella tenga
porque al fin, tú eres madre una flor.

Tu cariño es mi bien, madrecita,
en mi vida tú has sido y serás
el refugio de todas mis penas
y la cuna de amor y verdad.

Aunque amores yo tenga en la vida
que me llenen de felicidad
como el tuyo no lo hay, madre mía,
como el tuyo no lo he de encontrar.

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