Un empleo del gobierno, ¿regalo político?

Un empleo del gobierno, ¿regalo político?

En una comunidad donde estuve hace unos meses, una mujer de 80 años que trabaja como “echa día” “depalillando maní” y gana 80 pesos por día, me comentó con orgullo “yo siempre he vivido de mi propio esfuerzo, porque nunca he recibido un sueldo de nadie”.

 “Tengo 60 años cargando plátanos en un triciclo y venderlos en el mercado  y gracias a Dios nunca he recibido un sueldo, porque el dinero que recibo es fruto de mi trabajo”.

 La administración pública tiene personas con muchos años de ejercicio y dedicación de gran parte de su vida ofreciendo un servicio al Estado. Otras que trabajan en escuelas, hospitales, oficinas, ganan salarios de miseria que contrastan abruptamente con los de sus jefes.  

Este esfuerzo se invisibiliza con acciones como las que realizan los gobiernos cuando “regalan” nombramientos y “sueldos” con la razón de “reconocer” o “premiar” a alguien y cuando se exige para un nombramiento en una escuela, oficina u hospital una carta del partido oficial o el carnet de miembro de un comité de base. El Estado se ha convertido en un “patrimonio” de los partidos en el gobierno sostenido económicamente por la ciudadanía.

Igualmente cuando sancionan a personas que trabajan en el gobierno con cancelaciones porque presentan posiciones independientes o porque se suman a protestas sociales (como ocurrió con la protesta del 4%). Estas cancelaciones son violaciones a los derechos de todo ciudadano, pues los sueldos públicos salen de nuestros bolsillos.

Los distintos gobiernos que hemos tenido han desarrollado y fortalecido la visión de que los sueldos son “regalos” y deciden hacer “regalos” con el dinero que recaudan con el pago de impuestos que hace la ciudadanía. ¿Por qué el dinero que pagamos en impuestos tiene que dedicarse a regalos y no a políticas sociales y de  mejoramiento de las condiciones de las comunidades?

Los regalos de sueldos, nombramientos, refuerzan la invisibilidad del Estado presente en muchas personas que ven en el gobierno un “repartidor de ayudas” para un “grupo”.

Estas prácticas clientelistas tienen efectos en el reforzamiento en nuestra juventud de la visión de que la movilidad social se logra a través de “estar pegao” con algún político y conseguir un “regalo” de un nombramiento en algún gobierno. Entrando esta pauta cultural en tensión con la del esfuerzo y el incentivo a la formación técnica o profesional de calidad como vía de ascenso social.

Se deben revisar estas prácticas porque sus efectos en nuestra cultura política son de mantenimiento de pautas ambivalentes que implican un fortalecimiento del clientelismo y un debilitamiento de la institucionalidad y la noción de Estado con un aumento de la desigualdad social.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas