Un enorme vacío moral Herencia trujillista que corroe a la sociedad dominicana

Un enorme vacío moral Herencia trujillista que corroe a la sociedad dominicana

Una noche, a finales de 1959, “año de despertares”, un joven tomó su pluma de fuente y como un torrente fue brotando un relato que no se detendría hasta tener en sus manos su primera novela. Estaba febril, la rabia lo llenaba de tensión, poseído por una fuerza compulsiva que hacía fluir su pensamiento, urgido por la presión que atenazaba su mente, por la necesidad de vaciar el dolor que laceraba su alma.

La angustia que Marcio Veloz Maggiolo, de 23 años, trasladó en su narración al corazón de una madre atormentada ante el cadáver de su hijo Denis, el buen ladrón de los textos bíblicos, “extendido como un tronco derribado por el viento negro del desierto”.

Representaba a la madre de tantos masacrados en la Era de Trujillo, la dictadura que al develarse en toda su crudeza desde la invasión del 14 de Junio, marcó profundamente al narrador en ciernes, quien “de una sentada” escribió El buen ladrón, con la que entró a la novelística por la puerta grande. Se publicó en 1960 y posteriormente fue elegida por la Fundación Faulkner como la mejor novela dominicana tras la II Guerra.

Decenios después, en una redición de esta obra junto a sus relatos bíblicos y la novela Judas, Veloz Maggiolo describe ese momento:

“El año de 1959 fue un año de despertares. Luego de las invasiones armadas que generaron una trágica respuesta del régimen dictatorial y que hicieron posible la comprensión de un proceso de libertad en el que muchos ni siquiera pensábamos, porque estábamos aturdidos por la censura sin saberlo y por la mentira, a veces sin sospecharlo, salimos a la luz”.

Autoritarismo, sumisión. Desde ese despertar de su conciencia a la oprobiosa realidad que encadenaba la libertad, obsesivamente condena en novelas y cuentos los métodos brutales, el autoritarismo y la sumisión, el servilismo que envilece la condición humana, el poder que todo lo reduce a su voluntariosa irracionalidad. En fin, los efectos del trujillato, las cicatrices que no terminan de borrarse.

__Creo que en parte la Era de Trujillo conformó el alma del dominicano y le ha sido muy difícil limpiarse de eso. El que no tiene un muerto, un tío, un sobrino, tiene una historia de una violación o una entrega, está ligado, pero no porque quiere, afirma en reciente entrevista a HOY.

__Lo que dejó el trujillato fue un enorme vacío moral y una falla en la moralidad de muchos dominicanos que todavía piensan en el engaño a los otros, aquello que decía Antonio Zaglul, el gancho, el miedo a una zancadilla.

__Nosotros vivimos eso, pero no es solamente en el trujillismo o en la trujillización de este país, es un fenómeno que se da como parte de la historia misma.

__Usted habla de doble, hasta de triple moral.

__ Sí, porque hay muchas morales, hay gente que esgrime morales diferentes, tienen una panoplia de morales. Entonces, claro, cada cual saca la suya en su momento…, es la parte de la insinceridad, un factor fundamental que solamente vences viéndote a ti mismo.

Narrativa bíblica. Veloz Maggiolo no se encauzó por los rieles de la narrativa dominicana de la época, ceñida en el realismo, la literatura rural, de las montoneras. Buscaba una temática que trascendiera las fronteras nacionales. Comenzaba a influir la narrativa bíblica, deslumbrándole las novelas de Pär Lagerkvist, sobre todo Barrabás.

“Al leerla pensé, ¡ah, pero yo puedo hacer algo parecido! Cuando me di cuenta de que podía escribir relatos, lo hice de una sentada”. El buen ladrón, narrada en primera persona, se inspira a la vez en una pintura que siempre le impresionó sobre la muerte de Cristo con los pies en primer plano, de Andrea Mantegna, pintor renacentista. “Esas dos cosas se mezclaron”.

__Es una novela contra la dictadura, pero no me daba cuenta hasta que un sobrino de Trujillo, Teté Robiou, escritor, me advirtió: dicen que tú criticas a mi tío en esa novela. Me eché hacia atrás, no imposible.

Después se percató, la guardia vestida de civil, los soldados, la crítica al César. ¡Ah, pero ese era Trujillo!

Con el movimiento interno contra el régimen de Rafael L. Trujillo, a finales de 1959, surge una crítica abierta, al año siguiente termina el drama Creonte, una condena a los métodos dictatoriales. Escribe Judas, Premio Nacional de Novela 1962, en la que trata el personaje en forma analítica.

El joven escritor, con una obra tempranamente premiada, publica El Prófugo, un relato sobre uno de los conjurados contra Trujillo.

Profesionalización. “Yo comencé a hacerme culto en la novelística, el que no lee novelas no puede escribir novelas… la perspectiva de la literatura te la da la lectura…. Hay una parte que yo he tratado de hacer, la profesionalización del escritor.

__ ¿Cuándo llega ese momento de profesionalización, de entrega plena?

__Con mi novela La vida no tiene nombre, yo busco ese camino. Es la temática de la lucha de los gavilleros contra la intervención americana y tengo que ir a los textos y a las memorias. La memoria de dos amigos de mi papá que habían sido gavilleros, iban a casa y hablaban de ellos.

 

“Ahí había un mundo en el que podía inventar”. Creó un personaje, el Cuerno, un gavillero que después se desencanta, versión que desencadena una fuerte crítica. “¡Ah, no estaban de acuerdo, pero fue así, fue así!”.

Esa tesis la reafirma posteriormente el libro Los Gavilleros 1904-1916, de María Filomena González. “Antes ya yo tenía la visión del gavillero, no era un patriota, era un asaltante de caminos, siempre lo fue, porque la miseria obliga a hacer cosas. Lo que María Filomena revela ya lo había dicho, yo tenía la razón, la intuición”.

__¿La intuición le ha ayudado mucho?

__Ah sí, porque el artista sin intuición no es artista. Además la intuición tiene un rasgo de valentía, y es que el que intuye se atreve, el que no intuye no se atreve a nada. El que intuye se arriesga, dice, eso puede ser verdad…

__La verdad, aunque genere una crítica.

__El que le teme a la crítica no hace nada, es muy bueno que haya críticos, y enemigos, porque son los que te ayudan a producir… Te permiten el don de la comparación, por eso existe la estrategia en las batallas…, el análisis de lo que el otro puede hacer o hace para combatirte. Entonces puedes sacar tus conclusiones y defenderte antes de la batalla.

Los 60 fueron años de alta productividad literaria y de premiaciones. El contacto con otras experiencias literarias lo inducen a un arte de búsqueda. Experimenta, cambia el rumbo. Escribe Los ángeles de hueso, sobre la guerrilla. Un tránsito del realismo a un texto poético, que sienta las bases para una nueva modalidad en la narrativa dominicana.

Como experimentador se revela en De abril en adelante, novela con una dimensión histórica, un relato que surge de la historia, en la que la imaginación supera la realidad histórica y a la vez la enriquece.

Otra pasión. En la década del 70, Veloz Maggiolo se enrumba hacia la arqueología, su otra gran pasión, legando al país su obra: Arqueología prehistórica de Santo Domingo, el complendio más completo, fundamental para el conocimiento de la arqueología precolombina de la isla.

Se inició en la arqueología científica con su director de tesis, José Alcina Franck, en España, al que le unió una gran amistad, uno de los grandes americanistas, al que describe como un hombre de una gran sensibilidad, que para él fue como un padre. No lo olvida, tampoco a sus profesores en el Smithsonian Institution, los arqueólogos Clifford Evans y Betty Meggers.

“La Arqueología vino tarde, por un fenómeno que en los años sesenta y pico se descubrió aquí el llamado ´Fraude de los Paredones´, que me convirtió en arqueólogo, ¿por qué?, porque la gente que sabía de arqueología decía que eso era auténtico, porque Emile De Boyrie ponía en duda que no fuera auténtico.

Veloz Maggiolo sostuvo lo contrario. Al llegar de España, tras estudiar Historia de América todavía el fraude no se había descubierto, aún no era un aficionado. “Publiqué en la revista Mundo Hispánico un artículo a color precioso sobre los Paredones y poco tiempo después llegaron los sabihondos y dijeron que sí, mintiendo muchos de ellos, porque no lo sabían”

En respuesta, se apertrechó con sus conocimientos. “No desistí de mi voluntad de hacer un doctorado, y lo hice en Prehistoria. Me vengué y dije, ahora voy a aprender científicamente lo que no pude sacarle a una mentira. Entonces, qué pasa, y esto yo no lo he dicho nunca, de mis ocho materias del doctorado escogí siete de Prehistoria de América, y una de Historia actual”.

Se graduó en 1970 en Técnicas de Arqueología por la Universidad de Madrid, donde también recibió un doctorado en Historia América, con especialidad en Prehistoria. Al regresar al país, encontró el apoyo del ingeniero Elpidio Ortega, realizando profundas investigaciones. Fue director de investigaciones del Museo del Hombre Dominicano y director Revista Dominicana de Antropología.

Creó un equipo de investigadores, entre ellos Fernando Luna Calderón, Renato Rimolli, Joaquín Nadal, enviados a estudiar al exterior. Nadal en Arizona, Luna Calderón y Renato al Smithonian, uno antropología física, el otro paelofauna.

“Yo quería montar un equipo de gente científica, no de aficionados como todavía existen hoy”.

 

 

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