Un episodio poco conocido de las relaciones Estados Unidos-RD

Un episodio poco conocido de las relaciones Estados Unidos-RD

Diomedes Núñez Polanco

El Congreso de los Estados Unidos aprobó una Ley, el 18 de agosto de 1856, hará a mediados de este mes 168 años, mediante la cual se autorizaba a cualquier ciudadano estadounidense a posesionarse de las islas, islotes y cayos con los depósitos de guano que descubriese. Además, establecía que siempre que el presidente norteamericano lo creyese necesario el territorio sería considerado perteneciente a ese país, al tiempo que lo autorizaba » a emplear las fuerzas terrestres y navales de los Estados Unidos para proteger los alegados derechos del descubridor y de sus causahabientes y cesionarios».

El guano es un tipo de abono, considerado entre los mejores fertilizantes del mundo, producido por la considerable acumulación del excremento de numerosas aves marinas, como el pisquero, el alcatraz, la gaviota y el guanay, este último originario del Perú y del cual nació el nombre del fertilizante.

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Durante mucho tiempo, las aves se han extendido desde Perú hacia las costas del océano Pacífico y del Caribe; con su llegada empezaron a crearse las condiciones que permitirían a los Estados Unidos expandirse hacia otros pueblos.

Desde 1852 sus tierras cultivables del este y del sur, luego de sometidas a continuas y largas etapas de producción, ofrecían muy poco rendimiento, y se hacía necesaria la fertilización a través de medios artificiales. Pero el país no contaba con depósitos de abono, situación determinante para que decidiera buscarlo más allá de sus fronteras. Para entonces, en las islas Chinchas, de Perú, se encontraban los más abundantes depósitos del fertilizante, aunque a los norteamericanos no les atraía el que había en ese lugar: salía muy caro.

Después de muchas exploraciones comprobaron que en otras islas del océano Pacífico y del Caribe había grandes depósitos de guano. Eso iba despertar tanto interés en sus empresarios que inmediatamente se lanzaron hacia esos lugares , con el propósito de instalarse y sacar de ellos todo el material necesario para abonar sus enormes predios agrícolas. La acción que llevaron a cabo con ocupaciones de las islas deshabitadas que encontraran, dio lugar a las primeras incursiones estadounidenses en débiles naciones americanas.

Fue así como la República Dominicana reclamó la islita Alto Velo, localizada en el sur de la las costas de la provincia de Barahona, que fuera ocupada a principios de 1860, durante el último gobierno de Pedro Santana, tiempo antes de la anexión a España.

También fueron reclamadas por México, sus islas Arcas y Arenas; Aves por Venezuela; Cayo Verde por Inglaterra; Navassa por Haití; Además, se vieron envueltas en las luchas Quito Sereno, de Colombia; Cayo Serrano, de Honduras; Cayo Villorilla, de Nicaragua; y la isla Lobos, de Perú.