Un episodio poco conocido de las relaciones Estados Unidos-RD

Un episodio poco conocido de las relaciones Estados Unidos-RD

Diomedes Núñez Polanco

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Si el gobierno estadounidense aceptaba la exigencia al dominicano sobre la isla Alto Velo, como planteaba la compañía Patterson y Murguiendo, ponía en peligro su estrategia y planes respecto a la península y la bahía de Samaná.

Al enterarse la compañía de las negociaciones entre los gobiernos de Johnson y Cabral, en agosto de 1867, cuestionaron al secretario de Estado, William Seward, acerca de la certeza o falsedad de esa información. El secretario recibía esas inquietudes con la mayor frialdad, porque conocía la confianza con que el presidente Johnson aceptaba sus propuestas en política exterior.

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Esa actitud es la que explica el hecho de que los abogados de la compañía decidieran enviar al Departamento de Estado varias cartas en las que señalaban los grandes perjuicios recibidos a consecuencia de la pasividad con que el gobierno enfrentaba la situación.

A mediados de 1867, P. H. Sullivan, que tenía intereses en la reclamación de la Patterson y Murguiendo, explicó los sombríos giros que tomaba a la situación. De acuerdo a sus noticias, A. E. White, representante de la Thomas A. R. Webster and Company, de Nueva York, había recibido una carta en la que Seward daba cuenta de que la isla Alto Velo “pertenecía completamente al Gobierno dominicano, y que ningún otro gobierno o parte tiene reclamos justos sobre ella. Asegura que esta carta fue recibida por Webster and Company antes de que se extrajera guano de la isla y que fue el estímulo para trabajar allí”. La Webster and Company, al igual que la Patterson y Murguiendo, se dedicaba al negocio del guano.

Resultaba sospechoso el hecho de que la Webster y Company explotara el guano de la isla dominicano en momentos en que el caso de Alto Velo se discutía a nivel del Departamento de Estado norteamericano: más aún, si se tomaba en cuanta la circunstancia de que Seward y Thurlow Weed, poseedor este último de intereses en la Webster, eran viejos amigos, lo que hacía pensar que sin la autorización del secretario de Estado, la nueva compañía no iniciaría la explotación de los depósitos de guano en Alto Velo.

La extracción fue tan despiadada que llegó a decirse que si “ellas seguían extrayendo de Alto Velo la cantidad de 2,000 toneladas por mes en la isla dentro de poco tiempo se acabaría todo el guano”. Y en efecto, el guano se acabó.

La información de la manipulación provocó escándalo en varias ciudades estadounidenses. A los abogados de la Patterson y Muguiendo les inquietaba el que Seward sacrificara a la Compañía para beneficiar a sus amigos de la Webster and Company, más que por interés de llevar a cabo su proyecto diplomático de obtener Samaná.

Alarmados por los acontecimientos, los abogados expusieron sus quejas ante el Departamento de Estado, en 1867, y luego de investigaciones hechas por E. Pehisne Smith, el evaluador de reclamaciones del Departamento de Estado, éste llegó a la conclusión de que las argumentaciones de la Patterson y Murgiendo acerca de Alto Velo carecían de fundamento, y justificaba la determinación al recordar una medida similar por el Departamento de Estado a propósito de conflictos presentados acerca del derecho del gobierno norteamericano sobre algunas islitas situadas en las cercanías de la desembocadura del río Misisipi.

Smith se había convertido, paradójicamente, en defensor de los intereses y aspiraciones dominicanos, cuando al responder, en 1867, los alegatos de la Patterson y Muguiendo referentes a la aridez de Alto Velo, sostuvo que donde las islas adyacentes eran necesarias para la seguridad y la protección de tierra firme, como era el caso referido con respecto a la República Dominicana, el derecho de esas islas residía en la nación propietaria del territorio.

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