Un espacio también para la cultura y la  historia

Un espacio también para la cultura y la  historia

Madrid.  España. Para aquellos que gustan comprar artículos insignia, en el rastro hay carpas y mesas donde se ofertan sólo ropa y objetos originales de tiendas como Zara, Bershka, Blanco y El Corte Inglés, entre otros.  ¿La diferencia? Aquí se encuentra a precio de ganga.

Ejemplo de esto es  el caso de Lusverlyn Arias, una dominicana que  en su primer año viviendo en Madrid no pudo resistirse a la magia de los mercadillos populares.

“Vine al rastro y me compré unos abrigos fabulosos por el módico precio de 5 euros”, dice la  joven.

Historia.  La visita a los rastros madrileños es obligatoria, no sólo por lo económico de sus ventas, sino también por toda la cultura e historia que encierra  su entorno.

Los historiadores españoles ubican el inicio de este tipo de mercado a mediados del siglo XIX. Todo comenzó con comercios  en las aceras y vendedores deambulantes por las calles de los barrios. Con el paso de los años, las ventas  aumentaron, aparecieron los puestos colocados en la calle, que gracias al interés del público se impusieron. ¿Cómo no, si como dice Lusverlyn: “la pobreza de algunos es la riqueza de otros”?

La frase

Lusverlyn Arias

“Mi primera visita al rastro fue con mi compañera de casa, ella se conocía los puntos de ventas de ropa de marca usada”.

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