Un Estado apetecible

Un Estado apetecible

Es cierto! Los gobiernos de los últimos tiempos se entregaron a la generosidad en concesión de cargos de remuneración excesiva.

Instrumentaron al Fisco para complacer apetitos por las mentadas mieles y conquistar adeptos considerados aprovechables políticamente.

Manirrotos que multiplicaron investiduras diplomáticas y consulares para pagar bien las lealtades.

Procuraron ganar simpatías haciendo crecer anormalmente la burocracia. Suprimieron la condición honorífica de funciones municipales que no implican el laborar propiamente dicho sino sesionar una vez a la semana ganando mucho más que quienes verdaderamente trabajan. Las estructuras para odiosos privilegios siguen en pie, incluso en el costoso Congreso.

Chorros de dinero público se destinaron a integrantes de diferentes consejos directivos que acuden un par de noches al mes a reuniones de organismos derrochadores que retribuyen desempeños simbólicos.

Y el tratamiento de cuerno de la abundancia para beneficios particulares que el clientelismo montó sobre la Cosa Pública muestra, tarde o temprano, sus desviaciones.

Basta hurgar un poco en pasados ejercicios administrativos para descubrir la expedición de sueldos lujosos para allegados a turpenes políticos, datos que salen a la luz pasados los cuatrienios y esfumada la capacidad de ocultarlos. Caer en gracia de quienes están en el poder se ha monetizado muy fácilmente.

El problema de la procedencia

En la institucionalización del Defensor del Pueblo quedó implícita la intención de desvincularlo absolutamente del Poder tradicional, y de los partidos, que signan a sus figuras aunque no quieran, imposibilitadas de asumirse como exdirigentes como si bastara con quitarse el chaleco.

Es una defensoría para dar pedestal a quienes muestran vocación para defender los intereses de la ciudadanía sin compromisos implícitos o explícitos con banderías.

Una oportunidad para protagonismos surgidos fuera de nidales partidarios porque, quien esté dispuesto a asumir causas comunitarias, queda llamado a enfrentar las posiciones políticamente interesadas.

No se podía crear tal tribuna para entregarla en bandeja de plata a los partidos. Se es pato por graznar, tener el pico ancho y patas membranosas para nadar. Lo inherente no se extingue de la noche a la mañana.

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