Un Estados Unidos insólito

Un Estados Unidos insólito

Esa es la impresión que he tenido durante días de la Convención Demócrata: estuve viendo un Estados Unidos y un pueblo norteamericano en una burbuja real de cambios.

No es que Barack Obama vaya a conducir a ese país hacia una revolución, al menos en el sentido que generalmente se le da al vocablo; pero que se ha producido una situación cualitativamente nueva es innegable. No es que un gobierno encabezado por Obama vaya a renunciar a los intereses globales norteamericanos – imposibles de desconocer para una superpotencia – es que, al menos se supone, van a ser defendidos con otras concepciones, recurriendo más al llamado soft power (poder suave) que al hard power (poder duro). El primero se refiere a la influencia que puede ejercer los Estados Unidos en el plano de la colaboración y el despliegue de los mejores valores del pueblo norteamericano, en tanto el segundo se concentra en la amenaza al uso de la fuerza y en su utilización efectiva, instrumento predilecto de la actual administración.

Un gobierno estadounidense respaldando y reforzando los mecanismos multilaterales habrá de contribuir no solo a un mundo mejor y más estable sino a una recuperación de su imagen en el mundo, un objetivo muy mencionado.

Sin embargo, aun lográndose, puede no ser el resultado más impresionante. En la sociedad norteamericana parece estarse abriendo paso aceleradamente una visión de sí misma más humana y solidaria. Una percepción más centrada en los valores del ser humano que en la riqueza material. Parecería ser la recuperación de la vieja virtud moral norteamericana. El individualismo parece haber empezado a tocar fondo.

Hasta ahora se estaba creyendo que el gran cambio era que un negro fuese candidato con opciones ciertas de llegar a ser presidente. Estábamos equivocados. El verdadero cambio es que un político hablase en los términos que lo hace Obama. Por décadas, en los EE.UU. no había surgido un líder real – desde Kennedy – con capacidad de electrizar a las masas. Las cámaras se recrearon mostrando caras de blancos y negros, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos que miraban estupefactos, ensimismados y con lágrimas corriendo por sus mejillas.

Por la tribuna de la Convención desfilaron líderes, incluyendo senadores federales, resaltando valores sorprendentes como aquel que dijo que Obama comprendía que el futuro de EE.UU. estaba en las manos de los trabajadores y no de los poderosos; o aquellos que resaltaron que los activos del candidato a Vice no son su experiencia en Washington sino su origen trabajador y su cercanía a los intereses de los sindicatos.

Obama criticó la política fiscal de Bush favorable a los ricos y anunció una política orientada a la clase media y de bajos ingresos, habló de la pobreza – al igual que los Clinton – y de los millones sin cobertura de seguro de salud

Indudablemente, como dijo Obama, “algo se está moviendo” en los EE.UU.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas