Un fenómeno atmosférico inesperado,
más destructivo

Un fenómeno atmosférico inesperado,<BR>más destructivo

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
Hace doce días aconteció un acto de la naturaleza inesperado, ya que los medios de comunicación y los organismos que debieron advertirlo no lo hicieron y muchos conciudadanos fueron sorprendidos por lo que los meteorólogos calificaron como una simple vaguada que se convirtió posteriormente en una tormenta tropical y finalmente en un huracán de fuerza uno. El nombre, como para que nos arrepintamos de celebrar esa festividad: Noel.

Todavía no se ha podido cuantificar el número de pérdidas humanas, ya que en muchas localidades todavía el agua no ha descendido lo suficiente para poder buscar entre los escombros, las posibles víctimas, las cuales no pudieron hacer frente a la poderosa riada que causó, la cual se agravó al tener que liberar las presas de Taveras y Hatillo, so pena de que los diques no solo fuesen desbordados, sino, lo más peligroso, que se quebraran, lo cual hubiese resultado en una tragedia mayor y hoy día estuviésemos lamentando un mayor número de víctimas.

Las autoridades han querido tapar el sol con un dedo y alegan que la advertencia que se hizo, al caer en un fin de semana, los ciudadanos no leen prensa, oyen muy pocas noticias y que estaban pendientes del último juego de la serie mundial entre Boston y Colorado. Al parecer, los que se inventaron esta falacia piensan que estamos ante un puñado de borregos y que la gran mayoría del pueblo se iba a tragar esta píldora, pensando que las lluvias se detendrían en cuestión de horas, lo cual no sucedió y hoy estamos lamentando la imprevisión, que a nuestro entender debe ser motivo de una grave sanción por la trascendencia que pueda tener en acciones futuras, lo cual puede crear un precedente muy peligroso.

Al no conocer el número de personas muertas, desaparecidas o simplemente mal heridas, concentraremos esta entrega en los daños causados a la agropecuaria. Según el director de Ganadería, las pérdidas de ganado vacuno, equino, caprino y de cerdos ascienden a más de ocho mil unidades, de las cuales, algunos especímenes de gran valor genético con un elevado precio de adquisición, lo cual implica que será muy difícil su reposición, dadas las grandes pérdidas económicas que han sufrido los propietarios de fincas y parcelas, y las dificultades para lograr que la banca comercial les proporcione préstamos a una tasa competitiva.

Los sembradíos de arroz, plátanos, yuca, batata, maíz y otros frutos menores quedaron en muy mal estado y sólo un escaso porcentaje tendrá la posibilidad de ser aprovechados. Hemos observado cómo desde Cotuí hasta el Bajo Yuna los arrozales estaban sumergidos y eran arrastrados por el furor de las aguas que agitadamente corrían, llevándose todo lo que encontraban a su paso. Milagrosamente salvaron sus vidas aquellos productores y animales que se dirigieron a los oteros que existían en algunas fincas y, gracias a esas pequeñas elevaciones de terrenos, hoy están vivos.

En donde la corriente de agua no hizo daño, los fuertes vientos y los copiosos aguaceros hicieron en las fincas de altura (café y cacao principalmente) que los grandes árboles sombreadores fuesen arrancados de cuajo y las enormes gotas de agua hicieron que la gran mayoría de café maduro  que estaba siendo recolectado se cayera y rodara montaña abajo, ocasionando grandes pérdidas a los caficultores. Nosotros, que poseemos el cafetal de la familia en el municipio de Los Hidalgos, en Puerto Plata, sufrimos una pérdida de alrededor del 60%, de una cosecha que se vislumbraba muy buena. Pero qué va, los productores agropecuarios estamos destinados a estar muy cerca del Muro de las Lamentaciones, no obstante la enorme distancia en donde se encuentra localizado el mismo.

Igual sucedió en los cacaotales. Las flores y los pepinos que  habían comenzado a consolidar, fueron desprendidos por los fuertes aguaceros y por la violencia de los vientos huracanados. Más grave aun, las amapolas (eritrinas) sombra natural del cacao, pero que son árboles enormes de raíces no muy profundas, fueron derribadas causando grandes estragos, no sólo en los cacaotales, más en los cultivos asociados como son los aguacates, naranjas, zapotes y frutos menores.

Si los productores estaban desalentados por la falta de créditos y de insumos a precios competitivos, hoy sólo les queda la desolación y llorar a los seres queridos que perecieron por no haber sido advertidos a tiempo, y a los que no perdieron familiares, amigos o animales, les costará, si logran sobreponerse, muchos años de sacrificios para volver a tener, si no les ocurre otra desgracia, lo que Noel les arrebató. Sólo queda en estos momentos, ponernos en las manos de la Providencia.

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