Un fin de año grandioso… ¡Con un pulmón colapsado!

Un fin de año grandioso… ¡Con un pulmón colapsado!

“La pela en navidades: ‘jarturas’, desarreglos y libras de más para fuñirnos en el nuevo año”… Así reaccionó nuestro amigo George cuando Píndaro le preguntó cómo las pasó. Como creyente, agrega: “… batallamos, para no dejarnos alienar por toda esa lejanía del verdadero significado de las fiestas del nacimiento del Niño Jesús”.

Píndaro… ¿Y a tí ya te mandan por internet informaciones para tu página del HOY?

Sí, mi amigo Herminio, parece que nos estamos convirtiendo en el espejo de alma de mucha gente querida. Fíjate, que me estaba diciendo él, que al llegar la cena de Año Nuevo sintió una pequeña molestia estomacal, típica del final de una atribulada jornada de esta época.

Ahhh, pero Píndaro, tu amigo George es un bacano de verdad, porque ¡aprovecha y disfruta en familia!

Que va mi amigazo… me contó que para el día primero, en el mismo inicio de las metas del 2012 y sin cupo para nada viejo, lo que era un dolorsito pendejo se le incrementó a niveles que él jamás sintió antes. Estaba tan desesperado, que él mismo se recetó una medicina de esas para espasmos estomacales… el clásico cuchillo… Sin embargo, no vio mejoría… y, a la cama y… nananina por bocaaaa.

Diantre, Píndaro… ¡Hasta a mi me está doliendo!

Que va… y lo que falta por contarte. Todavía con los ojos brotados por la recuperación, me dijo que esa noche por poco firma con Los Carmelitas… durmió peor que un forro de catre viejo y el dolor que le atacó era insoportable… Entre grito y grito, Carmen Rita –‘su jefa’-, decide llamar al médico geriatra de su papá –lo más cerca que tenía a mano-, con la suerte de que él es el encargado de emergencias de un prestigioso hospital… Todo pintó apendicitis… Recomendación: ¡Inmediato internamiento!

Píndaro… ¿Y esa cuestión se complicó tanto?

Ah caray… ¡que si se complicó! La cosa no terminó en mambo… llegó a convertirse en un reguetón… Lo metieron de cabeza en una clínica privada de mucho renombre… sólo para observación… Pero los dolores siguieron aumentando y, dos días después, la puerca retorció tanto el rabo tanto que un urólogo de turno decidió colocarle una sonda y, al mismo tiempo, decidió modificar el diagnóstico, ahora por “prostatitis”… y, como si nada, procedió a un chequeo táctil, lo que agravó ese berenjenal…

¡Que retranca, Píndaro!… ¿Y cómo salió vivo tu amigo de toda esa fuñenda?

Mire hermano, él dice que sólo recuerda el caos… y que, luego de diez minutos, tuvieron que retirarle la sonda porque la leña estaba sumándose al fuego. El juidero… una junta médica de emergencia cambia la cosa y, de nuevo, decide que es una apendicitis y que… ¡hay que operarlo!… Cuando lo sacaron, le pareció que lo habían matado a palos, aunque con la tranquilidad de que todo pasaría con la recuperación… ¡Cuán equivocado estaba! Se iniciaron nuevas complicaciones: líquido en los pulmones… derrame de pleura… intestinos mal funcionando… otra sonda colocada en cirugía… sueros, etc… Los médicos intentaron recuperarlo llevándolo a rayos x, tomando muestras de sangre y orina, y los cropológicos rutinarios…

Y… ¿los amigos de George que hacían? Píndaro.

¡Se portaron más bien que el caray! Lo apoyaron y le dieron muestras de cariño y sacrificio… Mientras el hacha iba y venía, se le dio la noticia que vería al neumólogo para darle la esperada “de alta”… No pasaron cinco minutos… llegó el facultativo y como torero con su traje de luces… le dio la estocada final: ¡Hay que hacer tres punzonadas para sacar líquido de sus ya malogrados pulmones! –dijo-, lo que sólo se hace en situaciones muy comprometidas, en sala de operaciones, y con el auxilio de sofisticados equipos…. En lugar de “alta”, la noticia fue “No puede salir de la clínica. ¡Tiene un pulmón colapsado! …Fueron más días en clínica y más chance de contagios. Hoy, nuestro amigo George ha iniciado un tratamiento pulmonar y ejercicios… caminatas sofocadas… pérdida de ánimo… voz débil… sin fuerzas, postrado y, ¡casi ni lo cuenta!

Y, la clínica… ¡Bien gracias!

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