«Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo». Jeremías 29: 11
Si todos pensáramos como Dios, no habría problemas, pero desafortunadamente tenemos nuestros propios pensamientos, los cuales nos hacen creer que poseemos el conocimiento de todo, induciéndonos a actuar conforme a ellos.
El pesimista se resiste a creer que Dios tiene algo mejor porque solamente vive de los recuerdos tristes y dolorosos que ha experimentado, sin permitir que la Palabra de vida lo transforme y le ocurra un cambio de mente.
Cuando nuestros pensamientos son pesimistas, todo lo vemos bajo ese matiz y actuamos de la misma forma. Puede ser un lindo día, con un sol radiante, y lo ves gris porque no alcanzas a ver más allá de lo que son tus pensamientos.
Este pensamiento no nos deja ver ni una de las promesas, porque en nuestra mente todo lo que sucede es malo. Pero no podemos vivir un evangelio pensando así, pues estaremos negando el sacrificio de Cristo. Entendamos que Sus planes no son para mal sino de bien, con el fin de darnos un futuro lleno de esperanza.