Un galipote deja sin lámparas y cables el Puente Duarte

Un galipote deja sin lámparas y cables el Puente Duarte

En la vecina República de Haití existe la creencia de un ser sobrenatural que tiene el poder de transformarse en múltiples facetas, al cual los ciudadanos supersticiosos denominan “galipote”. Este engendro también tiene la facultad de hacerse invisible, lo cual hace que el temor que se le tiene sea aún mayor, asimismo, se cree que está en todas partes.

El fin de semana pasado, según lo que podemos deducir por la impunidad y, sobre todo, porque ninguna autoridad pudo advertir, uno o varios galipotes se cebaron en el puente Duarte de esta capital y se llevaron las lámparas y el cableado que alimenta de electricidad las mismas. 

Según un estimado preliminar, lo robado representa una pérdida para el Estado Dominicano de más de veinte millones de pesos. ¿Cómo es posible que esto haya sucedido en las narices de un destacamento policial que está en la cabecera del puente? Lo inaudito es que esta acción depredadora   no es la primera vez que sucede.  Con anterioridad, del puente Juan Bosch, contiguo al Duarte, también se habían  robado las luminarias y los cables que alimentaban el sistema eléctrico del mismo.

En la autopista Las Américas, varios tramos han quedado sin iluminación porque los amigos de lo ajeno, no sólo se llevaron los cables y las luminarias, sino que también han sabido cargar con los transformadores. 

Si se tratara de una acción que se comete en un lugar recóndito y sin vigilancia, podría aceptarse que un hecho vandálico como éste pueda suceder y quede impune. Pero, en una vía tan transitada como la que une Santo Domingo con el aeropuerto Las Américas, esta acción no se puede cometer si no hay connivencia entre los maleantes y las autoridades llamadas a proteger y defender los bienes públicos.

Hemos sostenido en varias entregas anteriores que si el señor Presidente de la República no emite un decreto, o si el Congreso, motu propio, no vota una ley prohibiendo la exportación de metales, especialmente el cobre y el aluminio, no podrá detenerse, a nivel nacional, el robo de cables que afecta a las compañías generadoras de electricidad, así como a las telefónicas y de cable. 

También, se encuentran gravemente afectados los vehículos que circulan por calles y avenidas y los peatones, al ser hurtadas las tapas sanitarias que sirven de registros para el drenaje pluvial. Somos de opinión que un tal decreto o ley no ha sido puesto en vigor porque hay “pejes gordos” metidos en el negocio de la exportación de chatarra y cobre, no obstante nuestro país carecer de minas de cobre.  Para que unos pocos malos dominicanos se ganen millones de dólares, se somete al escarnio a más de nueve millones de ciudadanos que confían plenamente en que las autoridades llamadas a detener estos vulgares robos se pongan los pantalones y paren en seco “este relajo”.

Después que no se quejen las autoridades gubernamentales de que no hay corrupción y que están combatiendo la misma, como es el caso que nos ocupa. ¡Detengamos ya la exportación de metales por vías legales!.

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