Un genocidio jurídico como solución “definitiva”

Un genocidio jurídico como solución “definitiva”

En la Alemania nazi, el exterminio físico de los judíos fue la “solución final” al tema judío. Algunos en nuestro país, incluyendo al Cardenal, llaman “solución definitiva” al tema haitiano, la resolución del Tribunal Constitucional a través de la cual se pretende despojar de la nacionalidad dominicana a miles de ciudadanos inscritos como tales en los registros civiles desde hace más de 80 años. Un verdadero genocidio jurídico.

La estrechez y deformación mental de los propiciadores de esa aberrante resolución los lleva a pensar que con la simple negación de un documento de identidad a dominicanos de origen haitiano, se soluciona el referido tema. No entienden que un documento de identidad personal sólo contiene algunos datos y rasgos personales para determinar que una persona es esa y no otra, única e irrepetible como dato estadístico y legal.

No entienden que la identidad es más que eso, que son las vivencias forjadas en un lugar con otras personas, con el entorno natural y construido (naturaleza y edificaciones), tener una lengua a través de la cual se comunica con otras personas. Es algo que se forja con el tiempo, es una amalgama de experiencias y de aspiraciones que hacen que uno se sienta ser de donde ha nacido o donde ha pasado un tiempo esencial de su vida sin renunciar a otras referencias o pertenencias culturales. Al derecho de conservar y expresar libremente su identidad forjada en esta tierra y constitucionalmente adquirida es que no quieren renunciar decenas, sino centenares, de nacionales dominicanos de origen haitiano. Esa identidad y ese derecho no se borran mediante un impracticable acto administrativo que en esencia es un genocidio jurídico-social, condenable políticamente y moralmente inaceptable por todos los dominicanos con sensibilidad social y por la comunidad internacional.
Muchos negros norteamericanos y caribeños, árabes, chinos, judíos, etc., de todo el mundo se sienten ser parte del lugar donde viven y el hecho de ser conscientes de que pueden tener lazos afectivos con el lugar de origen de sus antepasados no borra sus identidades forjadas en el país, en la región, en la ciudad o hasta en el barrio donde han vivido.

El Secretario de Trabajo de los Estados Unidos no niega su origen dominicano y el presidente de ese país va a África, a la aldea donde nació su padre, a encontrarse con sus hermanos de sangre, sin que ninguno pierda sus identidades y pertenencias culturales.

En ese sentido, por su naturaleza y fin buscado, esta resolución del TC nos pone de ridículo ante el mundo y nos hace pasible de la sanción de organismos internacionales.

Eso obliga a partidos, grupos y tendencias políticas delpaís, la intelectualidad y sectores religiosos que se reclaman de tradición democrática, a condenar esa aberrante resolución, la cual podría ser la tea que sirva a los grupúsculos ultranacionalistas y quienes los apoyan para provocar un holocausto.
Los temas de la identidad y del nacionalismo extremo han provocado la mayoría de los hechos sangrientos que se han sucedido en el mundo y azuzados por grupos de signos de derecha y hasta de izquierda.La irresponsabilidad de quienes dirigen este país puede conducirnos a esos hechos.

Por: César Pérez

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